Gaspar, Melchor y Baltasar - Tournier Michel - Страница 35
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– Si, he oido de sus labios una rapida alusion al Adan negro.
– Al principio yo creia que Baltasar hablaba asi para complacerme. ?Es tan bueno! Pero al inclinarme sobre el Pesebre para adorar al Nino, ?que veo? Un bebe completamente negro, de cabellos ensortijados, con una preciosa naricilla aplastada, es decir, ?un bebe completamente igual a los ninos africanos de mi pais!
– ?Despues de un Adan negro, un Jesus negro!
– ?Acaso no es logico? Si Adan solo se volvio blanco al cometer el pecado, ?no debe Jesus ser negro como nuestro antepasado en su estado original?
– ?Pero y los padres, Maria y Jose?
– ?Blancos! ?Sin la menor duda, como Melchor y Baltasar!
– ?Y que dijeron los otros al ver aquel milagro, un nino negro nacido de padres blancos?
– Pues, mira, no dijeron nada, y yo, por discrecion, para no humillarles, luego no he hecho ninguna alusion al nino negro que vi en el Pesebre. En el fondo me pregunto si lo miraron bien. Porque estaba un poco oscuro en aquel establo. Tal vez fui el unico que adverti que Jesus es un negro…
Callo, conmovido por esa vision retrospectiva.
– Y ahora, ?que vas a hacer? -pregunto Taor.
– Compartire con todos los que quieran escucharme la maravillosa leccion de amor de Belen.
– Pues bien, empieza por el principe Taor, y dame esta primera leccion de amor cristiano.
– El nino del Pesebre convertido en negro para acoger mejor a Gaspar, el rey mago africano. Aqui hay algo mas que en todos los cuentos de amor que conozco. Esta imagen ejemplar nos recomienda que nos hagamos semejantes a aquellos a los que amamos, que veamos con sus ojos, hablemos con su lengua materna, que les respetemos, palabra que significa originariamente mirar dos veces. Asi se eleva el placer, la alegria y la felicidad a esa potencia superior que se llama amor.
»Si esperas de otro que te de placer o alegria, ?le amas? No. Solo te amas a ti mismo. Le pides que se ponga al servicio del amor que sientes por ti mismo. El amor verdadero es el placer que nos proporciona el placer del otro, la alegria que nace en mi ante el espectaculo de su alegria, la felicidad que siento al saber que es feliz. Placer del placer, alegria de la alegria, felicidad de la felicidad, eso es el amor, nada mas.
– ?Y Biltina?
– Ya he enviado a Meroe un correo con la orden de que pongan inmediatamente en libertad a mis dos esclavos fenicios. Ellos haran lo que les plazca, y en cuanto a mi felicidad sera completa por la felicidad que haya podido dar a Biltina.
– Senor Gaspar, no quisiera parecer que te llevo la contraria, pero me parece que te has despegado mucho de esa mujer desde tu visita a Belen…
– No la amo menos, pero con un amor diferente. Este nuevo amor puede iluminarnos a los dos de felicidad, pero no puede disminuirnos ni al uno ni al otro, a ella, por ejemplo, limitando su libertad, a mi haciendo que me consuman los celos. Biltina puede preferir a Galeka. Entonces se alejara de mi, aunque no sin haberme dado la felicidad de su felicidad. No le guardare ningun rencor, porque no quiero seguir reduciendola al estado de objeto, y ejercer mi derecho de propietario sobre ese objeto.
– Amigos Baltasar, Melchor y Gaspar -dijo Taor-, os confieso con toda humildad que he entendido muy poco de cuanto me habeis dicho. El arte, la politica y el amor, tal como os proponeis practicarlos a partir de ahora, me parecen llaves sin cerraduras, o si preferis cerraduras sin llaves. Es cierto que no descubro en mi un interes muy intenso por esas cosas. La verdad es que cada uno de nosotros tiene sus preocupaciones, el Nino sabe responder a ellas con una exactisima adivinacion de nuestra intima personalidad. Por eso lo que dice a uno en el secreto de su corazon es ininteligible para los demas. En cuanto a mi, siento una apasionada curiosidad por saber en que lengua va a hablarme. Porque sabed que para mi no es un museo, ni una mujer, ni un pueblo lo que me ha lanzado a los caminos, es… No, no tratare de explicaroslo, creeriais que me burlo de vosotros y os reiriais de mi, si no os enojabais. Tal vez solo tu, rey Baltasar, poseerias la indulgencia, la generosidad y la libertad de mente para comprenderme y para admitir que el destino puede tornar la apariencia de una infima golosina. El Nino me espera con su respuesta ya preparada para el principe de lo azucarado, que acude a el desde la costa de Malabar.
– Principe Taor -dijo Baltasar-, me conmueve tu confianza, y hay en ti una candidez que admiro, pero que me da miedo. Cuando dices «el Nino me espera», comprendo sobre todo que eres tu el nino que espera. En cuanto al Otro, el del Pesebre, cuidado, porque quiza no te espere mucho tiempo. Belen no es mas que un lugar de reunion provisional. Una sucesion de llegadas y de partidas. Tu eres el ultimo, porque vienes de mas lejos que los demas. Me gustaria estar seguro de que no llegaras demasiado tarde.
Estas sabias palabras del mas sabio de los reyes tuvieron un efecto saludable en Taor. Al dia siguiente, con las primeras luces del alba su caravana se puso en camino hacia Belen, y alli hubiera debido llegar en el curso de la jornada si un incidente grave no la hubiese retrasado.
En primer lugar hubo una tormenta que escalo sobre los montes de Juda, transformando los cauces resecos de los rios y los pedregosos barrancos en furiosos torrentes. Los hombres y los elefantes hubiesen aguantado bien esa ducha de frescor, si la tierra, convertida en un embalsadero, no hubiera dificultado mucho su avance. Luego el sol hizo una subita reaparicion, y un espeso vapor se elevo de la tierra empapada. Todos resoplaban bajo los rayos del mediodia cuando un barrito desesperado helo los huesos de los viajeros. Porque conocian el significado de todos los gritos de los elefantes, y sabian, sin la menor duda posible, que aquel que acababa de resonar significaba angustia y muerte. Un instante despues, el elefante Jina , que cerraba la marcha, se precipitaba hacia delante a galope tendido, con la trompa erguida, las orejas en abanico, arrollando y aplastando todo lo que se le ponia por delante. Hubo muertos, heridos, el elefante Asura fue arrojado al suelo con toda su carga. Se necesitaron largos esfuerzos para dominar el desorden que se creo. Despues, una columna salio tras las huellas del pobre Jina , que eran faciles de ver en aquella comarca arenosa, sembrada de arbustos y de espinos. El elefante, presa de una subita locura, habia galopado mucho, y ya caia la noche cuando los hombres llegaron al termino de su busqueda. Primero oyeron un zumbido intenso que procedia de un profundo barranco de cien codos, como si alli hubiese una docena de colmenas. Se acercaron. No se trataba de abejas, sino de avispas, y en vez de colmena descubrieron el cuerpo del desventurado Jina vestido con una espesa capa de avispas que formaban sobre el un caparazon negro y dorado, con la misma agitacion del aceite hirviente. Era facil imaginar lo que habia sucedido. Jina llevaba una carga de azucar que se habia fundido con la lluvia y habia recubierto su piel de un espeso jarabe. La proximidad de una colonia de avispas habia hecho el resto. Sin duda las picaduras no podian perforar la piel de un elefante, pero estan los ojos, la boca, las orejas, la extremidad de la trompa, para no hablar de los organos tiernos y sensibles situados bajo la cola y sus alrededores. Los hombres no se atrevieron a acercarse al cuerpo del desdichado animal. Se limitaron a cerciorarse de su muerte y de la perdida de la carga de azucar. Al dia siguiente, Taor, su sequito y los dos elefantes que quedaban hicieron su entrada en Belen.
Las constantes idas y venidas que habia provocado en todo el pais el censo oficial, que habia obligado a las familias a ir a inscribirse en su municipio de origen, solamente habia durado unos dias. Despues de que todos fueran de un lado a otro, cada cual habia vuelto a su casa. La poblacion de Belen volvia a sus costumbres, pero las calles y las plazas estaban ensuciadas por todos los desechos que quedan tras una fiesta o una feria -briznas de paja, bonigas, esportillas rotas, fruta podrida y hasta coches destrozados y animales enfermos-. Los elefantes y la comitiva de Taor no despertaron gran interes en unos adultos cansados y que ya lo habian visto todo, pero como en todas partes, una nube de ninos andrajosos se agolparon a su alrededor, mendigando y admirando a la vez. El posadero que les habia indicado los tres reyes, les informo de que el hombre y la mujer habian vuelto a irse con el nino despues de haber cumplido sus obligaciones legales. ?En que direccion? Lo ignoraba. Sin duda hacia el norte, para regresar a Nazaret, de donde habian venido.
Taor celebro consejo con Siri; este solo tenia prisa por volver a Elat, donde estaba fondeada la flotilla, y alli esperar tranquilamente la epoca de! cambio de monzon para navegar hacia Mangalore. Insistia en el triste estado de la caravana, tres elefantes perdidos de cinco, hombres muertos, otros enfermos, desaparecidos -que habian huido o habian sido secuestrados-, un capital de dinero y de provisiones terriblemente menguado, el contable Draoma lo sabia muy bien. Taor le escuchaba con sorpresa. Aquel lenguaje era el del sentido comun, que reconocia porque el mismo lo habia empleado hacia muy poco tiempo. Pero en el se habia producido un gran cambio. ?Cuando exactamente? No lo sabia… y oia los argumentos de Siri como un cuento pueril y anticuado, completamente ajeno a la situacion real y a sus imperiosas exigencias. ?Que exigencias? Encontrar el Nino y abrirle su corazon. Taor ya no podia ocultarse a si mismo que bajo el pretexto irrisorio de su expedicion -conquistar la receta del Rahat-Lukum de pistacho- asomaba ahora un proposito misterioso y profundo que desde luego tenia una vaga afinidad con el, pero que lo desbordaba infinitamente, como la magnifica mostaza negra a cuya sombra los hombres van a reposar, es muchisimo mayor que el grano minusculo del que salio..
Taor se disponia, pues, a ordenar que siguieran hacia el norte, en direccion a Nazaret, pensara lo que pensase Siri, cuando las palabras de la moza de la posada les pusieron provisionalmente de acuerdo. Ella habia asistido a la recien parida, y fue la primera en atender al nino que acababa de nacer. Y habia oido conversar al hombre y a la mujer, y afirmo que decian que iban a descender hacia el sur, en direccion a Egipto, para escapar a un gran peligro del que alguien les habia avisado. ?Que peligro podia amenazar a un oscuro carpintero sin poder ni fortuna, caminando con su mujer y su bebe? Taor se acordo de Herodes. Siri, por su parte, veia que aquel viaje, comenzado como una gira de recreo, no dejaba de ensombrecerse y de rodearse de negras nubes.
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