Viernes o Los limbos del Pac?fico - Tournier Michel - Страница 31
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A unos veinte pasos de la entrada de la gruta se ha construido una especie de tumbona con sacos y toneles. Medio vuelto de espaldas, aspira profundamente de la boquilla de cuerno de la pipa. Luego sus labios dejan filtrar un hilo de humo que se divide en dos y se desliza sin perdida alguna en sus narices. El humo cumple entonces su funcion mas importante: llena y sensibiliza sus pulmones, vuelve consciente y como luminoso ese espacio oculto en su pecho, que es lo que hay en el de mas aereo y espiritual. Por ultimo expulsa con suavidad la nube azul que le habitaba. A contraluz, ante la abertura iluminada de la gruta, el humo despliega un pulpo que se mueve, lleno de arabescos y de lentos remolinos que crece, asciende y se hace cada vez mas tenue… Viernes suena durante largos minutos y se apresta a aspirar una nueva bocanada de su pipa, cuando el eco lejano de los gritos y los ladridos llega hasta el. Robinson ha vuelto antes de lo previsto y le llama con una voz que no presagia nada bueno. Tenn ladra, un castaneteo resuena. La voz se hace cada vez mas proxima, mas imperiosa. En el marco claro de la entrada de la gruta se recorta la silueta negra de Robinson -con los brazos en jarras, piernas separadas- rubricada por la correa del latigo. Viernes se levanta. ?Que hacer con la pipa? La arroja con todas sus fuerzas al fondo de la gruta. Luego avanza con bravura hacia el castigo. Robinson ha tenido que descubrir la desaparicion del barrilete, porque lanza espuma de rabia. Levanta el latigo. Y es en ese momento cuando los cuarenta toneles de polvora negra hablan al mismo tiempo. Un torrente de llamas rojas brota de la gruta. En un ultimo destello de conciencia, Robinson se siente levantado, transportado, mientras que ve al macizo rocoso, que corona la gruta, desplomarse como un juego de construcciones.
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