Выбери любимый жанр

Viernes o Los limbos del Pac?fico - Tournier Michel - Страница 21


Изменить размер шрифта:

21

Capitulo VI

Robinson hizo subir tres agujeros el palo que sostenia la compuerta y la bloqueo introduciendo una clavija en el cuarto agujero. Un temblor recorrio la superficie plomiza del estanque colector. Entonces un embudo glauco y lleno de vida se abrio en aquel lugar, corola liquida que se retorcia y giraba cada vez mas de prisa en torno a su tallo. Una hoja muerta se deslizo con lentitud hacia el borde del embudo y, tras dudar un instante, vacilo y desaparecio como tragada por el agua. Robinson se dio la vuelta y apoyo la espalda en los montantes de la compuerta. Al otro lado un velo de agua sucia se proyectaba sobre la tierra humeda arrastrando hierbas secas, trozos de madera e islotes de espuma gris. A ciento cincuenta pasos de alli alcanzo el umbral de la compuerta de evacuacion y comenzo a refluir, mientras que el oleaje que se precipitaba bajo los pies de Robinson perdia su impetu. Un olor de podredumbre y fecundidad flotaba en el aire. Sobre aquella tierra de aluvion con subsuelo arcilloso que era apropiada, Robinson habia sembrado a voleo la mitad aproximadamente de aquellos diez galones de arroz que mantenia como reserva desde hacia tanto tiempo. El velo de agua seria mantenido y renovado si llegaba a descender, hasta la floracion de la graminea, luego Robinson dejaria que se evaporase y, si hacia falta, lo evacuaria durante la maduracion de las espigas.

Aquel ruido de deglucion fangosa, aquellos vapores descompuestos que exhalaban remolinos viscosos, toda aquella atmosfera pantanosa evocaba poderosamente a la cienaga y se hallaba dividido entre un sentimiento de triunfo y una debilidad llena de nauseas. ?No era aquel arrozal la domesticacion definitiva de la cienaga y una ultima victoria sobre la parte mas salvaje e inquietante de Speranza? Pero aquella victoria habia costado mucho y Robinson recordaria siempre con abatimiento los esfuerzos que le habia exigido el desvio del arroyo que alimentaba el deposito de contencion, el alzado de los diques en todo el contorno del arrozal, situado en la parte baja, la construccion de dos esclusas con sus muros de arcilla, sus compuertas formadas con maderos superpuestos y los cimientos de piedra colocados bajo las puertas para evitar que las aguas excavaran el fondo. Todo aquello para que en diez meses los sacos de arroz -solo el quitarle la corteza habria exigido a su vez otras tantas semanas de trabajo- fueran a reunirse en los silos con el trigo y la avena que no cabian alli ya. Una vez mas su soledad condenaba de antemano todos sus esfuerzos. De pronto tuvo conciencia de que la vanidad de su obra era abrumadora, indiscutible. ?Inutiles sus cultivos, absurda su ganaderia, sus depositos un insulto al buen sentido, sus silos una broma? ?Y aquel fuerte, la Carta, el Codigo penal? ?Para alimentar que? ?Para proteger a quien? Cada uno de sus gestos, cada uno de sus trabajos era una llamada lanzada hacia alguien y seguia sin respuesta.

Salto el dique, franqueo de un brinco un canal de irrigacion y se lanzo derecho hacia el frente, la vista nublada por la desesperacion. Destruir todo aquello. Quemar sus cosechas. Hacer saltar sus construcciones. Abrir los corrales y pegar latigazos a las cabras y a los cabritos hasta que sangraran para que embistieran sin tino en todas las direcciones. Sonaba con un seismo que pulverizara Speranza y el mar volveria a cerrar sus beneficas aguas sobre aquella costra purulenta de la que el era la conciencia sufriente. Los sollozos le ahogaban. Despues de atravesar un bosque de gomeros y de sandalos, se encontro en una llanura de praderas arenosas. Se arrojo al suelo y, durante un tiempo infinito, no vio mas que fosfenos que atravesaban como relampagos en la noche de sus parpados; no escuchaba mas que la afliccion que crecia dentro de el como una tempestad.

Desde luego, no era la primera vez que al acabar una tarea de altos vuelos le dejaba vacio y agotado, presa facil de la duda y la desesperacion. Pero era cierto que la isla administrada le parecia cada vez con mas frecuencia una empresa vana y loca. Era en ese momento cuando nacia en el un hombre nuevo, completamente ajeno al administrador. Aquellos dos hombres no coexistian dentro de el: se sucedian y se excluian y el peligro peor seria que el primero -el administrador- desapareciera para siempre antes de que el hombre nuevo fuera viable.

A falta de terremoto tenia sus lagrimas; y su salmuera roia activamente la bola de colera y tristeza que le ahogaba. Un vislumbre de sabiduria volvio a el. Comprendio que la isla administrada seguia siendo su unica salvacion durante largo tiempo hasta que otra forma de vida -que no podia ni siquiera imaginar, pero que vagamente buscaba dentro de si- estuviera preparada para sustituir al comportamiento completamente humano al que habia permanecido fiel desde el naufragio. Hacia falta continuar trabajando con paciencia, atisbando en si mismo los posibles sintomas de su metamorfosis.

Se durmio. Cuando volvio a abrir los ojos se dejo rodar sobre la espalda, el sol se ponia. El viento paso a traves de las hierbas con un rumor misericordioso. Tres pinos anudaban y desanudaban fraternalmente sus ramas con grandes gestos apaciguadores. Robinson sintio que su alma ligera volaba hacia una pesada nave de nubes que cruzaba el cielo con una majestuosa lentitud. Un rio de dulzura corria dentro de el. Fue entonces cuando tuvo la certeza de un cambio en el peso de la atmosfera quizas, o en la respiracion de las cosas. Se hallaba en la otra isla, la que una vez habia entrevisto y que nunca mas se habia vuelto a mostrar despues. Sentia, como nunca anteriormente, que estaba acostado sobre la isla, como si estuviera sobre alguien, que tenia el cuerpo de la isla bajo si. Era un sentimiento que jamas habia experimentado con aquella intensidad, ni siquiera cuando caminaba con los pies desnudos sobre los guijarros, y sin embargo ?era tan vivo! La presencia casi carnal de la isla contra el, le calentaba, le emocionaba. Estaba desnuda, aquella tierra que le envolvia. El se desnudo a su vez. Con los brazos en cruz, el vientre tenso, abrazaba con todas sus fuerzas aquel cuerpo telurico, quemado durante toda la jornada por el sol y que liberaba un sudor almizclado en el aire mas fresco de la tarde. Su rostro cerrado escarbaba en la hierba hasta las raices y con la boca soplo un aliento calido en pleno humus. Y la tierra respondio: le envio al rostro una bocanada sobrecargada de olor que enlazaba con el alma de las plantas fenecidas y el olor a cerrado, pegajoso de las simientes de los brotes en gestacion. ?Hasta que punto se entremezclaban y confundian sabiamente la vida y la muerte en aquel nivel elemental! Su sexo agujereo el suelo como si fuera la reja de un arado y se vertio alli en una inmensa piedad por todas las cosas creadas. ?Extrana sementera a imagen del gran solitario del Pacifico! Aqui yace, agotado, aquel que se caso con la tierra y le parece -minuscula rana adherida perezosamente a la piel del globo terraqueo- girar vertiginosamente con ella en los espacios infinitos… Al fin se levanto de nuevo en medio del viento, un poco aturdido, y fue saludado con vehemencia por los tres pinos unanimes a los que respondio la ovacion lejana del bosque tropical cuyo plumon verde y tumultuoso bordeaba el horizonte.

Se encontraba en una pradera suavemente curvada, sin apenas subidas y bajadas, cubierta por un pelaje de hierbas de seccion cilindrica -como pelos- y de un color rosaceo. Era una pequena loma, una loma rosa… Aquella palabra, loma, evocaba otra en su animo, cercana a ella por la consonancia y que la enriquecia con toda una constelacion de significaciones nuevas; pero no conseguia recordarla. Luchaba por sacarla del olvido donde estaba medio atascada. Loma…, loma… Veia una espalda de mujer, un poco gruesa, pero de majestuoso porte. Una marea de musculos rodeaba a los omoplatos. Mas abajo, aquella hermosa llanura de carne atormentada se concentraba y se aplanaba en una playa estrecha, combada, muy firme, dividida por una falla mediana cubierta por un palido plumon orientado en lineas de fuerza divergentes. ?Los LOMOS! Aquella hermosa palabra, grave y sonora, habia resonado en su memoria y Robinson se acordaba, en efecto, de que sus manos antano habian reposado unidas en esa hondonada donde duermen las energias secretas de la explosion y del espasmo, ijar de la bestia y centro de gravedad del animal humano. Los lomos… Volvio a su residencia, las orejas llenas con aquella palabra que repicaba en ellas como la campana de una catedral.

Log-book.- Esa especie de estupor con que despertamos cada manana. Nada confirma mejor que el sueno es una experiencia autentica y viene a ser como la repeticion general de la muerte. De todo lo que puede ocurrirle al durmiente, el despertar es precisamente lo que menos espera, para lo que se halla menos preparado. No hay pesadilla que le choque tanto como ese brusco transito a la luz, a otra luz. No hay duda de que para cualquier durmiente su sueno es definitivo. El alma abandona su cuerpo volando, sin volverse, sin animo de regreso. Ella lo ha olvidado todo, lo ha arrojado todo a la nada, cuando de repente una fuerza brutal la obliga a volver atras, a volver a endosarse su vieja envoltura corporal, sus costumbres, su habitus .

Asi, por tanto, ahora mismo yo voy a tenderme y a dejarme deslizar en las tinieblas para siempre . Extrana alienacion. El durmiente es un alienado que se cree muerto.

Log-book .- Siempre. el problema de la existencia. Si hace algunos anos alguien me hubiera dicho que la ausencia de un otro me llevaria un dia a dudar de la existencia, ?como me habria carcajeado! ?Como me tronchaba al escuchar citar entre las pruebas de la existencia de Dios la del consentimiento universal : «la mayoria de todos los hombres, de todos los tiempos y lugares han creido en la existencia de Dios. Por tanto, Dios existe». ?Era una bobada! La mas boba de las pruebas de la existencia de Dios. ?Que miseria si se la comparaba con esa maravilla de fuerza y sutileza que es el argumento ontologico!

La prueba mediante el consentimiento universal. Hoy dia se que no hay otra. ?Y no solo para la existencia de Dios!

Existir, ?que quiere decir esto? Eso quiere decir estar fuera, sistere ex. Lo que esta en el exterior existe. Lo que esta en el interior no existe. Mis ideas, mis imagenes, mis suenos no existen. Si Speranza no es mas que una sensacion o un haz de sensaciones no existe. Y yo mismo no existo mas que evadiendome de mi mismo hacia los otros.

21
Перейти на страницу:

Вы читаете книгу


Tournier Michel - Viernes o Los limbos del Pac?fico Viernes o Los limbos del Pac?fico
Мир литературы