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Las aventuras de Huckleberry Finn - Твен Марк - Страница 25


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Me senti tan mal y tan desgraciado que casi deseaba haberme muerto. Me pasee arriba y abajo de la balsa, insultandome para mis adentros, y Jim se paseaba arriba y abajo frente a mi. Ninguno de los dos podia quedarse quieto. Cada vez que el pegaba un salto y decia: «?Eso es El Cairo!» era como si me pegaran un tiro, y pensaba que si era El Cairo, me iba a morir del horror.

Jim hablaba en voz alta todo el tiempo mientras que yo hablaba solo. Segun el, lo primero que haria cuando llegase a un estado libre seria ahorrar dinero y no gastarse ni un centavo, y cuando tuviera bastante compraria a su mujer, que era esclava en una granja cerca de donde vivia la senorita Watson, y despues trabajarian los dos para comprar a sus dos hijos, y si el dueno de estos no los queria vender, conseguirian que un abolicionista fuera a robarlos.

Al oir aquellas cosas casi se me helaba la sangre. Antes jamas se habria atrevido a decir todo aquello. Asi era como habia cambiado en cuanto penso que casi era libre. Es lo que dice el dicho: «Dale a un negro la mano y se toma el codo». Yo pensaba: «Esto es lo que me pasa por no pensar». Ahi estaba aquel negro, al que practicamente habia ayudado yo a escaparse, que decia con toda la cara que iba a robar a sus hijos: unos ninos que pertenecian a un hombre a quien yo ni siquiera conocia; un hombre que nunca me habia hecho ningun dano.

Lamentaba oirle aquello, porque se rebajaba. Mi conciencia me empezo a doler mas que nunca hasta que por fin le dije: «Dejame en paz… todavia no es demasiado tarde; en cuanto se haga de dia voy a tierra y lo digo». Inmediatamente me senti tranquilo y feliz y ligero como una pluma. Habian desaparecido todos mis problemas. Volvi a mirar muy atentamente si habia una luz, canturreando para mis adentros. Al cabo de un rato se vio una. Jim grito:

—?Estamos a salvo, Huck, estamos a salvo! ?Levantate y salta de alegria! ?Por fin es El Cairo, estoy seguro!

Y yo voy y digo:

—Bien, voy a ir a ver con la canoa. Ya sabes, a lo mejor no es.

De un salto preparo la canoa y puso en el fondo su viejo capote para que me sentara en el, me dio el remo y cuando sali me dice:

—Dentro de poco estare gritando de alegria y dire que todo es gracias a Huck; soy un hombre libre y nunca lo habria podido ser de no haber sido por Huck; ha sido Huck. Jim no lo olvidara nunca, Huck; eres el mejor amigo que ha tenido Jim en su vida y eres el unico amigo que tiene ahora el viejo Jim.

Yo iba remando a toda prisa para delatarlo; pero cuando dijo aquello parecio que me quitase todas las fuerzas. Empece a ir mas lento y no estaba muy seguro de sentirme tan contento de haberme puesto en marcha. Cuando estaba a quinientas yardas, Jim va y dice:

—Ahi va mi fiel Huck; el unico caballero blanco que ha cumplido sus promesas al viejo Jim.

Bueno, casi me pongo malo. Pero me dije: «Tengo que hacerlo; no puedo dejar de hacerlo». Justo entonces aparecio un bote con dos hombres que llevaban escopetas y se pararon, y tambien yo. Uno de ellos va y dice:

—?Que es eso de ahi?

—Pues una balsa —conteste.

—?Vas tu en ella?

—Si, senor.

—?Y van hombres en ella?

—Solo uno, caballero.

—Bueno, pues hay cinco negros que se escaparon esta noche de alla arriba, donde esta la curva. Tu hombre, ?es blanco o negro?

No respondi inmediatamente. Lo intente, pero no me salian las palabras. Trate un segundo o dos de hacer fuerzas y decirlo, pero no fui lo bastante hombre: estuve mas cobarde que un conejo. Vi que no tenia fuerzas, asi que deje de intentarlo, yvoyy digo:

—Es blanco.

—Creo que vamos a verlo nosotros mismos.

—Ojala —dije yo—, porque es padre el que va ahi y a lo mejor me ayudan ustedes a remolcar la balsa a tierra donde esta esa luz. Esta malo, y lo mismo les pasa a madre y a Mary Ann.

—?Que diablos! Tenemos prisa, chico. Pero supongo que es nuestro deber. Vamos, dale al remo y vamos alla. Agarre la paleta y ellos sus remos. Al cabo de un par de remadas les digo:

—Padre les estara muy agradecido, eso seguro. Cuando digo a alguien que me ayude a remolcar la balsa a tierra todo el mundo se va y yo solo no puedo.

—Pues vaya gente mas mezquina; pero, que raro. Oye, chico, ?que le pasa a tu padre?

—Es … aaa… laaa… bueno, no es nada grave.

Dejaron de remar. Ya estabamos muy cerca de la balsa. Uno va y dice:

—Chico, estas mintiendo. ?Que le pasa a tu padre? Responde la verdad, que mas te vale.

—Si, senor, de verdad que si…, pero, por favor no nos abandonen. Es la… laaa… caballeros, si se acercan un poco y me dejan que les eche la amarra no tienen que acercarse a la balsa; por favor.

—?Vamos atras, John, vamos atras! —dijo uno de ellos. Retrocedieron—. No te acerques, chico; mantente a sotavento. Maldita sea, solo falta que nos la haya traido el viento. Tu padre tiene la viruela y tu lo sabes de sobra. ?Por que no lo dijiste a la primera? ?Quieres que se le contagie a todo el mundo?

—Bueno —respondi yo lloriqueando—, es lo que les he dicho a todos antes y se iban y nos dejaban.

—Pobre diablo, no te falta razon. Lo sentimos mucho por vosotros pero es que… bueno, maldita sea, no queremos que nos de la viruela, comprendelo. Mira, voy a decirte lo que puedes hacer. No trates de atracar tu solo o lo destrozaras todo. Sigue flotando rio abajo unas veinte millas y llegaras a un pueblo al lado izquierdo del rio. Para entonces ya habra amanecido del todo, y cuando pidas ayuda diles que tu familia entera tiene escalofrios y fiebre. No vuelvas a hacer el tonto y dejar que la gente se suponga lo que pasa. Estamos tratando de hacerte un favor, asi que se bueno y vete veinte millas mas alla. No te valdria de nada atracar donde esta la luz: no es mas que una serreria. Oye, calculo que tu padre es pobre y desde luego que esta teniendo mala suerte. Mira, voy a poner una moneda de oro de veinte dolares en esta tabla y cuando flote a tu lado la recoges. No es que me guste dejarte, pero ?que diablos!, con la viruela no se juega, ?comprendes?

—Espera, Parker —dijo el otro—, ten otros veinte para poner tambien en la tabla. Adios, chico; haz lo que te ha dicho el senor Parker y seguro que todo os ira bien.

—Exactamente, chico; adios, adios. Si ves negros fugitivos, busca quien te ayude a atraparlos y sacaras algo de dinero.

—Adios, caballero —respondi—; no dejare que se me escape ningun negro fugitivo si puedo evitarlo.

Se marcharon y yo volvi a subirme en la balsa, sintiendome malo y traidor, porque sabia muy bien que habia hecho mal, y veia que de nada valia que intentase aprender a hacer bien las cosas; cuando alguien no empieza bien cuando es pequeno no hay nada que hacer: cuando llega el momento no tiene en que apoyarse y que lo mantenga, asi que siempre pierde. Despues lo pense un minuto y me dije: «Un momento; supongamos que hubieras hecho bien y hubieras entregado a Jim, ?te sentirias mejor que ahora? No», me dije, «me sentiria mal, me sentiria igual que ahora. Bueno, entonces», me dije, «?de que sirve aprender a hacer bien las cosas cuando tienes problemas si las haces bien y ningun problema si las haces mal y el resultado es siempre el mismo?» Estaba atrapado. No podia responder a aquello. Asi que pense que no me seguiria preocupando del asunto, y a partir de entonces siempre hago lo que me parece mejor en cada momento.

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