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Samarcanda - Maalouf Amin - Страница 22


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Sus ojos estaban medio cerrados, sus labios se habian crispado.

– ?Ay de ti, Jayyam! Por tu culpa Hassan Sabbah puede perpetrar hoy todas sus villanias.

Omar deseaba responderle: «?Cuantas cosas teneis en comun tu y Hassam! Si una causa os seduce, edificar un imperio o preparar el reino del iman, no dudais en matar para hacerla triunfar. Para mi, toda causa que mate deja de seducirme. A mis ojos se afea, se degrada y se envilece, por muy hermosa que haya podido ser. Ninguna causa es justa cuando se alia con la muerte.» Tuvo deseos de gritarlo pero se habia dominado y se habia callado; habia decidido dejar que su amigo se deslizara en paz hacia su destino.

A pesar de esa noche amarga, Nizam habia terminado por resignarse, se habia acostumbrado a la idea de dejar de existir. Pero de la noche a la manana habia abandonado los asuntos del Estado y habia decidido dedicar todo el tiempo que le quedaba a la terminacion de un libro, Siyaset-Nameh , el Tratado de Gobierno, una obra notable, equivalente para el Oriente musulman a lo que seria para Occidente cuatro siglos mas tarde, El Principe de Maquiavelo. Con una enorme diferencia: El Principe es la obra de un desencantado de la politica, defraudado de cualquier poder; el Siyaset-Nameh es el fruto de la insustituible experiencia de un constructor de imperios.

Asi que, en el mismo momento en que Hassan Sabbah acaba de conquistar ese inexpugnable santuario con el que ha sonado tanto tiempo, el hombre fuerte del Imperio solo piensa ya en su lugar en la Historia. Prefiere las palabras verdaderas a las palabras que agradan y esta dispuesto a desafiar al sultan hasta el final. Se diria incluso que desea una muerte espectacular, una muerte a su medida.

La obtendra.

Cuando Malikxah recibe a la delegacion que ha visitado a Nizam, no alcanza a creer lo que le cuentan.

– ?Ha dicho realmente que era mi asociado, mi igual?

Al confirmarselo abrumados los emisarios, el sultan da rienda suelta a su furor. Habla de empalar a su tutor, de despedazarlo vivo, de crucificarlo sobre las almenas de la ciudadela. Luego corre a anunciar a Terken Jatun que al fin ha decidido destituir a Nizam el-Molk de todas sus funciones y que desea su muerte. Queda por saber de que manera se hara la ejecucion sin que provoque una reaccion en el seno de los numerosos regimientos que le son aun fieles. Pero Terken y Yahan ya han pensado en ello: puesto que Hassan desea igualmente la muerte de Nizam ?por que no facilitarle la tarea a la vez que se deja a Malikxah fuera de toda sospecha?

Se envia, pues, a Alamut un cuerpo de ejercito bajo el mando de un fiel del sultan. En apariencia el objetivo es sitiar la fortaleza de los ismaelies; en realidad se trata de una tapadera para negociar sin despertar sospechas. El desarrollo de los acontecimientos se ultima hasta en los menores detalles: el sultan atraera a Nizam a Nihavend, una ciudad situada a igual distancia de Ispahan que de Alamut. Alli los asesinos se haran cargo de el.

Los textos de la epoca relatan que Hassan Sabbah reunio a sus hombres y les dirigio las siguientes palabras: «?Quien de vosotros librara al pais del malhechor Nizam el-Molk?», que un hombre llamado Arrani se puso la mano en el pecho en senal de aceptacion, que el senor de Alamut le encargo esa mision y anadio: «La muerte de ese demonio es el comienzo de la felicidad.»

Durante ese tiempo, Nizam esta encerrado en su casa. Aquellos que frecuentaban su divan lo han abandonado al enterarse de su desgracia, solo Jayyam y los oficiales de la guardia nizamiyya lo visitan. Pasa la mayor parte del tiempo escribiendo. Escribe con frenesi y a veces le pide a Jayyam que se lo relea.

Este, al recorrer el texto, esboza aqui y alla una sonrisa divertida, una mueca. Como tantos otros grandes hombres, Nizam, en el ocaso de su vida, no puede por menos de disparar flechas, de arreglar cuentas. Con Terken Jatun, por ejemplo. El capitulo 43 se titula «Mujeres que viven detras de las colgaduras». «En una epoca remota», escribe Nizam, «la esposa de un rey adquirio sobre el un gran ascendiente que solo causo discordia y confusion. No dire mas sobre ello porque todos podemos observar hechos semejantes en otras epocas.» Y anade: «Para que una empresa tenga exito, hay que hacer lo contrario de lo que digan las mujeres.»

Los seis capitulos siguientes estan dedicados a los ismaelies, y terminan asi: «He hablado de esta secta para que se este sobre aviso… se recordaran mis palabras cuando esos impios hayan precipitado a la nada a las personas que el sultan estima, asi como a los notables del Estado, cuando los tambores resuenen por todas partes y se descubran sus intenciones. En medio del tumulto que se producira, que sepa el principe que todo lo que he dicho es verdad. ?Quiera el Altisimo preservar a nuestro senor y al Imperio del maleficio!»

El dia en que un mensajero vino a verle y a invitarle de parte del sultan a reunirse con el para viajar a Bagdad, el visir no duda un instante de lo que le espera y llama a Jayyam para despedirse de el.

– En tu estado -le dice este ultimo- no deberias recorrer semejantes distancias.

– En mi estado, nada importa ya, y no es el viaje lo que me va a matar.

Omar no sabe que decir. Nizam lo abraza y se despide de el amistosamente antes de ir a inclinarse ante aquel que lo ha condenado. Suprema elegancia, suprema inconsciencia, suprema perversidad; el sultan y el visir juegan uno y otro con la muerte.

Cuando estan en camino hacia el lugar del suplicio, Malikxah interroga a su «padre»:

– ?Cuanto tiempo crees que viviras aun?

Nizam responde, sin la sombra de una duda:

– Mucho tiempo, muchisimo tiempo.

El sultan esta desconcertado:

– Que te muestres arrogante conmigo, pase, ?pero con Dios! ?Como puedes afirmar semejante cosa? Di mejor ?que se haga Su Voluntad, El es el senor de la vida!

– Si he respondido asi es porque anoche tuve un sueno. Vi a nuestro Profeta, ?recemosle!, le pregunte cuando moriria y obtuve una respuesta reconfortante.

Malikxah se impacienta:

– ?Que respuesta?

– El Profeta me dijo: «Tu eres un pilar del Islam, haces el bien a los que te rodean, tu existencia es valiosa para los creyentes, por lo tanto te concedo el privilegio de escoger el momento de tu muerte.» Yo respondi: «?Dios me guarde de ello! ?Que hombre podria escoger semejante dia? Siempre se quiere mas, e incluso aunque fijara la fecha mas alejada posible, viviria con la obsesion de que se acerca y la vispera de ese dia, ya sea dentro de un mes o dentro de cien anos, temblaria de miedo. No quiero escoger la fecha. El unico favor que te pido, amado Profeta, es no sobrevivir a mi senor el sultan Malikxah. Le he visto crecer, le he oido llamarme “padre” y no quisiera sufrir la humillacion y la pena de verle muerto.» «Concedido», me dijo el Profeta, «moriras cuarenta dias antes que el sultan.»

Malikxah tiene el rostro livido, tiembla. Casi se traiciona. Nizam sonrie:

– Ya lo ves, no demuestro ninguna arrogancia. Hoy estoy seguro de que vivire mucho tiempo.

En ese instante ?tuvo el sultan la tentacion de renunciar a matar a su visir? Hubiera estado muy inspirado, ya que, efectivamente, aunque el sueno solo era una parabola, Nizam habia tomado temibles disposiciones. La vispera de su partida, los oficiales de su guardia reunidos junto a el habian jurado uno tras otro con la mano sobre el Libro que si le asesinaban ninguno de sus enemigos le sobreviviria.

XIX

E n la epoca en que el imperio selyuqui era el mas fuerte del universo, una mujer oso tomar el poder entre sus debiles manos. Sentada detras de su colgadura, desplazaba los ejercitos de una frontera a otra de Asia, nombraba a los reyes y a los visires, a los gobernadores y a los cadies, dictaba cartas al califa y enviaba emisarios ante el senor de Alamut. A los emires que refunfunaban al oirla dar ordenes a las tropas, les respondia: «Entre nosotros, los hombres van a la guerra, pero las mujeres les dicen contra quien luchar.»

En el haren del sultan la llaman «la China». Nacio en Samarcanda, de una familia originaria de Kaxgar y, como su hermano mayor Nasr Kan, su rostro no revela ninguna mezcla de sangre, ni los rasgos semitas de los arabes, ni los rasgos arios de los persas.

Es, con mucho, la mas antigua de las mujeres de Malikxah, que la desposo con solo nueve anos. Ella tenia once. Pacientemente, espero a que el madurara. Acaricio el primer vello de su barba, sorprendio el primer sobresalto de deseo en su cuerpo, vio como sus miembros se estiraban y sus musculos se henchian, majestuoso engreido a quien no tardo en dominar. Nunca dejo de ser la favorita; fue adulada, cortejada, reverenciada, y sobre todo, escuchada. Y obedecida. Al final del dia, al regreso de una caceria de leones, de un torneo, de una refriega sangrienta, de una tumultuosa asamblea de emires, o peor aun, de una penosa sesion de trabajo con Nizam, Malikxah encuentra la paz en los brazos de Terken. Aparta la seda liviana que la cubre y se aprieta contra su piel, retoza, ruge, cuenta sus hazanas y sus hastios. La China arropa al animal salvaje excitado, lo mima, lo recibe como a un heroe en los pliegues de su cuerpo, lo retiene durante largo rato, lo estrecha contra ella y solo lo suelta para atraerlo de nuevo; el se desploma, conquistador sin aliento, jadeante, sometido, hechizado; ella sabe llevarle hasta el limite del placer.

Luego, suavemente, sus dedos menudos comienzan a dibujar sus cejas, sus parpados, sus labios, los lobulos de sus orejas, las lineas de su cuello sudoroso; la fiera se derrumba, ronronea, se adormece como un felino ahito. Las palabras de Terken fluyen entonces hacia lo mas profundo de su alma. Le habla de el, de ella, de sus hijos, le cuenta anecdotas, le cita poemas, le susurra parabolas ricas en ensenanzas; ni un instante se aburre el entre sus brazos y se promete permanecer junto a ella todas las noches. A su manera tosca, brutal, infantil, animal, la ama y la amara hasta el ultimo aliento. Ella sabe que el no puede negarle nada; es ella quien designa sus conquistas del momento, amantes y provincias. En todo el Imperio no tiene mas rival que Nizam, y en ese ano de 1092 esta camino de vencerlo.

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Maalouf Amin - Samarcanda Samarcanda
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