Viernes o Los limbos del Pac?fico - Tournier Michel - Страница 4
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Empleo los siguientes dias en marcar su presencia por todos los medios que le ofrecia su imaginacion. Junto a la hoguera que mantenia constantemente encendida en la playa, apilo gavillas de ramas y un monton de algas que podrian servirle para formar rapidamente una hoguera que produjera mucho humo si alguna vela apuntaba por el horizonte. Despues ideo un mastil del que pendia una pertiga, cuyo extremo mas largo tocaba el suelo. En caso de alerta, clavaria alli una antorcha encendida y despues, tirando del otro extremo con ayuda de una liana, haria bascular la pertiga y subiria hasta el cielo aquel fanal improvisado. Pero se desintereso de esta estratagema, al descubrir en el acantilado, destacando sobre la bahia, hacia el oeste, un eucalipto muerto que podia tener unos doscientos pies de altura y cuyo tronco hueco formaba una chimenea que se abria hacia el cielo. Amontono alli ramitas y pajas y penso que, en muy poco tiempo, podria transformar aquel arbol en una gigantesca antorcha que podria divisarse en varias leguas a la redonda. No se preocupo de hacer senales que pudieran ser vistas mientras el no estaba, porque no pensaba alejarse de aquella orilla en la cual en unas pocas horas tal vez ^manana o pasado manana, como muy tarde- un navio anclaria para el.
No tenia que esforzarse para poder alimentarse y comia en todo momento lo que le caia en las manos -caracolas, hojas de verdolaga, raices de helecho, nuez de coco, cogollos de palmito, bayas o huevos de pajaro o de tortuga-. Al tercer dia arrojo lejos de si, dejandosela a los carroneros, la osamenta del macho cabrio, porque su olor se habia hecho intolerable. Pero en seguida lamento aquel gesto, que tuvo como resultado el que la atencion vigilante de los siniestros pajaros se centrara en su persona. A partir de ese momento, fuera a donde fuera, hiciera lo que hiciera, un areopago de cabezas canas y cuellos pelados se agrupaban inexorablemente a una determinada distancia. Los pajarracos apenas esquivaban perezosamente las piedras o las ramas con que el los bombardeaba presa de una gran exasperacion, como si -servidores de la muerte- fueran a su vez inmortales.
No se preocupaba de contabilizar los dias que pasaban. Por boca de sus salvadores se enteraria del tiempo que habia transcurrido desde el naufragio del Virginia . Por eso jamas llego a saber en que momento, al cabo de cuantos dias, semanas o meses su inactividad y su actitud de vigilancia pasiva del horizonte comenzaron a pesarle. La amplia llanura oceanica, ligeramente combada, espejeante y glauca, le fascinaba y comenzo a temer que pudiera ser presa de las alucinaciones. En primer lugar olvido que no habia ante sus pies mas que una masa liquida en perpetuo movimiento. Vio, en cambio, una superficie dura y elastica en la que no tendria mas que lanzarse para rebotar. Despues, llegando mas lejos, imagino que se trataba del lomo de algun animal fabuloso, cuya cabeza tenia que hallarse al otro lado del horizonte. Por ultimo, le parecio de pronto que la isla, sus rocas y sus bosques no eran mas que los parpados y las pestanas de un ojo inmenso, azul y humedo, que escrutaba las profundidades del cielo. Esta ultima imagen le obsesiono hasta tal punto que tuvo que renunciar a su expectacion contemplativa. Reacciono y decidio emprender cualquier cosa. Por vez primera el miedo a perder el juicio le habia rozado. Ya nunca le abandonaria.
Emprender algo no podia tener mas que un sentido: construir una embarcacion de tonelaje suficiente para poder alcanzar la costa chilena occidental.
Aquel dia Robinson decidio vencer su repugnancia y realizar una incursion a los restos del Virginia para intentar sacar de alli las herramientas y materiales utiles para su proposito. Con ayuda de unas lianas reunio una docena de troncos y construyo una tosca almadia que resultaba, sin embargo, muy practica con el mar en calma. Una resistente pertiga podia servirle como medio de propulsion, porque cuando habia marea baja, el agua era poco profunda hasta la altura de las primeras rocas, y en estas podria apoyarse a partir de ese momento. Al llegar bajo la sombra monumental del barco naufragado, amarro su balsa al fondo y comenzo a rodear el navio a nado, para encontrar un medio de acceso. El casco, que no presentaba ningun dano aparente, habia quedado colocado sobre un arrecife puntiagudo que se mantenia constantemente sumergido y que le sostenia como si fuera un pedestal. En una palabra, si la tripulacion, confiando en aquel magnifico Virginia , se hubiera mantenido en el entrepuente en vez de exponerse sobre el puente, barrido por las olas, quiza todo el mundo hubiera podido salvar su vida. Mientras se aupaba con ayuda de una estacha que colgaba de un escoben, Robinson se atrevia incluso a pensar que quiza podria encontrar a bordo al capitan Van Deyssel, al que habia dejado, sin duda herido, pero en cualquier caso vivo y seguro en su camarote. Nada mas saltar sobre el alcazar -obstruido por tal monton de mastiles, vergas, cables y estachas rotas y embarulladas que era casi imposible abrirse paso a traves suyo- percibio el cadaver del vigia que se mantenia solidamente encajado en el cabrestante, como un ajusticiado en la picota. El desdichado, vapuleado por los terribles choques que habia tenido que sufrir sin poder guarecerse, habia muerto en su puesto, tras haber dado inutilmente la voz de alerta.
El mismo desorden reinaba en los panoles, pero por lo menos alli no habia penetrado el agua y encontro almacenadas en unas arcas provisiones de galletas y carne seca; consumio toda la que pudo sin tener agua dulce. Quedaban alli tambien unos barriles con vino y ginebra, pero un habito de abstinencia habia dejado intacto en su interior la repulsion que experimenta naturalmente el organismo ante las bebidas fermentadas. El camarote estaba vacio, pero pudo ver al capitan tirado en la cabina de mandos. Robinson tuvo un estremecimiento de alegria cuando vio al hombron corpulento hacer un esfuerzo para enderezarse al oirse llamar. ?De forma que la catastrofe habia dejado dos supervivientes!; a decir verdad, la cabeza de Van Deyssel, que no era mas que una masa sanguinolenta y desmelenada, caia hacia atras, sacudida por los extranos sobresaltos que agitaban al torso. Cuando la silueta de Robinson quedo enmarcada en lo que quedaba de la puerta de la pasarela, el manchado jubon del capitan se entreabrio y escapo de alli una rata enorme, seguida por otras dos de menores dimensiones. Robinson se alejo tambaleandose y vomito entre los escombros que cubrian el suelo.
No se habia mostrado nunca muy interesado acerca de la naturaleza de la carga que transportaba el Virginia . En realidad, una vez le habia planteado la pregunta a Van Deyssel pocos dias despues del embarque, pero no habia insistido cuando el capitan le respondio con una broma repugnante. Se trataba de una especialidad -habia explicado el hombron- de queso de Holanda y guano, ya que este ultimo producto se emparentaba con el primero por su consistencia untuosa, su color amarillento y su olor caseoso. Por eso tampoco se sorprendio Robinson al descubrir cuarenta toneles de polvora negra, muy bien estibados en el centro de la bodega.
Necesito varios dias para transportar primero a su balsa y despues a tierra todo aquel explosivo, porque la mitad del tiempo era interrumpido por la subida de la marea. Aprovechaba entonces para colocarlo al abrigo de la lluvia bajo una cubierta de palmas sujetas con piedras. Transporto, ademas, desde el barco dos cajas de galletas, un catalejo, dos mosquetes, una pistola de doble canon, dos hachas, una azuela, un martillo, una cuchilla, un rollo de estopa y una amplia pieza de estambre de color rojo (pano de poco precio, destinado a operaciones de trueque con eventuales indigenas). Encontro en el camarote del capitan el famoso barrilete de Amsterdamer, hermeticamente cerrado y, en su interior, la gran pipa de porcelana intacta a pesar de su fragilidad, al estar protegida en la chimenea formada por el tabaco. Cargo tambien en su balsa una gran cantidad de tablas arrancadas del puente y de los mamparos del navio. Por ultimo encontro en el camarote del segundo una biblia en buen estado que se llevo envuelta en un trozo de vela para protegerla.
Al dia siguiente emprendio la construccion de una embarcacion, a la que de antemano bautizo con el nombre de Evasion .
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