Pideme lo que quieras, ahora y siempre - Maxwell Megan - Страница 15
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Durante unos segundos me quedo como una imbecil contemplando la puerta mientras mi pecho sube y baja por la excitacion del momento. ?Que he hecho? Acaso me estoy volviendo majareta perdida. Pero incapaz de hacer o decir nada mas, me desnudo, me pongo un pijama y me acuesto en la bonita cama. No quiero pensar, asi que conecto mi iPod y canturreo: «Convenceme de ser feliz, convenceme».
Al final, apago la luz. Sera mejor que me duerma.
Pero mi subconsciente me traiciona.
Sueno y en mi sueno humedo y morboso Eric me besa mientras abre mis piernas y da acceso a que otro me penetre. Alzo mis caderas en busca de mas profundidad, y el hombre, al que no veo el rostro, acelera sus acometidas dentro y fuera de mi, hasta que no puede mas y se deja ir. Jadeo y suplico mas. El desconocido me libera, y Eric, mi Iceman, morboso, sexy y cautivador, toma su lugar.
Me toca los muslos... ?Oh, si!
Me abre las piernas... ?Si!
Clava su impactante mirada en mi para que yo tambien lo mire, y dice en un morboso tono de voz: «Pideme lo que quieras». Y antes de que pueda contestar, mi amor, mi hombre, mi Iceman, de una sola, certera y ardiente acometida, me penetra y me hace gritar de placer. ?Eric!
El y solo el me da lo que verdaderamente necesito.
El y solo el sabe lo que me gusta.
Una..., dos..., tres..., veinte veces se hunde en mi dispuesto a volverme loca. Grito, jadeo, le arano la espalda, mientras el hombre al que amo me penetra hasta llevarme al mas dulce, maravilloso y devastador de los orgasmos.
Me despierto sobresaltada. Estoy sola en la cama, sudando, y soy consciente de mi sueno. No se hasta cuando voy a poder seguir infligiendo este terrible castigo de abstinencia sexual, pero lo que si se es que necesito a Eric y me muero por estar entre sus brazos.
9
Cuando me despierto no se que hora es. Miro el reloj. Faltan cinco minutos para las diez.
Salto de la cama. Los alemanes son muy madrugadores y no quiero parecer un oso dormilon. Me doy una ducha rapida y, tras ponerme un informal vestido de lana negro y mis botas altas, bajo al salon. Al entrar no hay nadie y camino hacia la cocina. Eric esta sentado a una mesa redonda, leyendo un periodico. Al verme, cierra el diario.
—Buenos dias, dormilona —me saluda sin sonreir.
Simona, que esta cocinando, me mira y me saluda. Definitivamente, he quedado como un oso dormilon.
—Buenos dias —respondo.
Eric no hace amago de levantarse ni besarme. Eso me extrana, pero reprimo mis instintos mientras rumio mi pena por no recibir mi beso de buenos dias.
Simona me ofrece embutidos, queso y miel. Pero al ver que niego con la cabeza y solo pido cafe, saca un plum-cake hecho por ella misma y luego me empuja para que me siente a la mesa junto a Eric.
—?Has dormido bien? —inquiere el.
Hago un gesto afirmativo e intento no recordar mi excitante sueno. Si el supiera...
Dos minutos despues, Simona deja un humeante cafe con leche sobre la mesa y un buen trozo de plum-cake. Hambrienta, me meto una porcion en la boca y al percibir su sabor a mantequilla y vainilla, exclamo:
—?Mmm, esta buenisimo, Simona!
La mujer, encantada, asiente y se marcha de la cocina mientras yo continuo con el desayuno. Eric no habla, solo me observa, y cuando ya no puedo mas, lo miro y pregunto:
—?Que pasa? ?Por que me miras asi?
Sin sonreir, se echa para atras en la silla y responde:
—Todavia no me creo que estes sentada en la cocina de mi casa. —Y antes de que yo pueda decir nada, cambia de tema y anade—: Cuando termines, iremos a casa de mi madre. Debo recoger a Flyn y comeremos alli. Despues he quedado. Hoy tengo un partido de baloncesto.
—?Juegas al baloncesto? —pregunto, sorprendida.
—Si.
—?En serio?
—Si.
—?Con quien?
—Con unos amigos.
—?Y por que no me habias dicho que jugabas al baloncesto?
Eric me mira, me mira, me mira, y finalmente, murmura:
—Porque nunca me lo has preguntado. Pero ahora estamos en Alemania, en mi terreno, y puede ser que te sorprendan muchas cosas de mi.
Asiento como una boba. Creia conocerlo y de pronto me entero de que hace tiro olimpico, juega al baloncesto y supuestamente me va a sorprender con mas cosas. Sigo comiendo el delicioso desayuno. Volver a ver a su madre y conocer al pequeno Flyn son situaciones que me ponen nerviosa, por lo que no puedo callar lo que pulula por mi cabeza.
—Cuando dijiste que aqui no erais muy efusivos en los saludos, ?significa tambien que tampoco habra besos de buenos dias?
Noto que mi pregunta lo pilla por sorpresa, pero contesta mientras vuelve a abrir el periodico:
—Habra besos siempre que los dos queramos.
Vale..., me acaba de decir que ahora no le apetece a el. ?Mierdaaaaaaaaaaa...! Me esta dando a probar mi misma medicina y yo soy muy mala enferma.
Sigo comiendo el plum-cake, pero mi cara debe de ser tal que suelta:
—?Alguna pregunta mas?
Niego con la cabeza, y el vuelve a dirigir la vista al periodico, pero con el rabillo del ojo veo que las comisuras de sus labios se curvan. ?Que bribon!
Cuando termino totalmente el riquisimo desayuno, se levanta y yo hago lo mismo. Vamos hasta la entrada y aqui, tras abrir un armario, sacamos nuestros abrigos. Eric me mira.
—?Que pasa ahora? —le digo al ver su gesto.
—Eso que llevas es poco abrigo. Esto no es Espana.
Con mis manos toco mi abrigo negro de Desigual y aclaro:
—Tranquilo, abriga mas de lo que crees.
Con el cejo fruncido, me sube el cuello del abrigo y, tras agarrarme de la mano, afirma mientras caminamos hacia el garaje por el interior de la casa:
—Habra que comprarte algo si no quiero que enfermes.
Suspiro y no respondo. Tampoco voy a estar tanto tiempo aqui como para que necesite comprarme nada. Una vez que subimos al Mitsubishi, Eric acciona un mando que hay en el coche. La puerta del garaje se abre mientras la calefaccion del vehiculo caldea el ambiente en decimas de segundo. ?Que pasote el Mitsubishi!
Suena la radio y sonrio al reconocer la musica de Maroon 5. Eric conduce. Esta serio; vamos, como siempre. Y, sin necesidad de que yo le pregunte, comienza a explicarme por donde vamos pasando.
Su casa, segun me dice, esta en el distrito de Trudering, un lugar bonito y donde a la luz del dia veo que hay mas viviendas como la de el alrededor. ?Y menudas casas!, a cual mas impresionante. Al salir a una carretera me indica que, un poco mas al sur, hay campos agricolas y pequenos bosques. Eso me emociona. Tener la naturaleza cerca, como en Jerez, para mi es esencial.
Por el camino pasamos por el distrito de Riem, hasta llegar a un elegante barrio llamado Bogenhausen. Aqui vive su madre. Tras recorrer calles flanqueadas por chalets, nos paramos ante una verja oscura, y mis nervios se tensan. Conozco a Sonia y se que es un amor, pero es la madre de Eric, y eso me pone muy nerviosa.
Una vez que Eric aparca el coche en el interior de un bonito garaje, me mira y sonrie. Me va conociendo y sabe que cuando estoy tan callada es porque estoy tensa. Cuando voy a soltar una de mis tonterias para relajar el ambiente, se abre una puerta de la casa, y Sonia aparece ante nosotros.
—?Que alegria!, ?que alegria de teneros a los dos aqui! —dice, feliz.
Sonrio; no puedo hacer otra cosa. Y cuando Sonia me da un abrazo y yo le correspondo, ella susurra en mi oido:
—Bienvenida a Alemania y a mi casa, carino. Aqui te vamos a querer muchisimo.
—Gracias —balbuceo como puedo.
Eric se acerca y le da un beso a su madre; despues, me toma con seguridad de la mano y juntos entramos en el interior de la casa, donde el ambiente agradable rapidamente me hace entrar en calor. Sin embargo, el ruido es atroz. Suena una musica repetitiva.
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