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Libro De Poemas - Lorca Federico Garcia - Страница 17


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Se oyen las nanas a las cunas pobres,

y el llanto del rebaño en el aprisco.

La mojada tristeza del paisaje

enseña como un lirio

las arrugas severas que dejaron

los ojos pensadores de los siglos.

Y mientras que descansan las estrellas

sobre el azul dormido,

mi corazón ve su ideal lejano

y pregunta:

¡Dios mío!

Pero, Dios mío, ¿a quién?

¿Quién es Dios mío?

¿Por qué nuestra esperanza se adormece

y sentimos el fracaso lírico

y los ojos se cierran comprendiendo

todo el azul?

Sobre el paisaje viejo y el hogar humeante

quiero lanzar mi grito,

sollozando de mí como el gusano

deplora su destino.

Pidiendo lo del hombre, Amor inmenso

y azul como los álamos del río.

Azul de corazones y de fuerza,

el azul de mí mismo,

que me ponga en las manos la gran have

que fuerce al infinito.

Sin terror y sin miedo ante la muerte

escarchado de amor y de lirismo.

Aunque me hiera el rayo como al árbol

y me quede sin hojas y sin grito.

Ahora tengo en la frente rosas blancas

y la copa rebosando vino.

AIRE DE NOCTURNO

1919.

Tengo mucho miedo

de las hojas muertas,

miedo de los prados

llenos de rocío.

Yo voy a dormirme;

si no me despiertas,

dejaré a tu lado mi corazón frío.

¿Qué es eso que suena

muy lejos,

amor? El viento en las vidrieras,

¡amor mío!

Te puse collares

con gemas de aurora.

¿Por qué me abandonas

en este camino?

Si te vas muy lejos

mi pájaro llora

y la verde viña

no dará su vino.

¿Qué es eso que suena

muy lejos,

amor? E1 viento en las vidrieras,

¡amor mío!

Tú no sabrás nunca,

esfinge de nieve,

lo mucho que yo

te hubiera querido

esas madrugadas

cuando tanto llueve

y en la rama seca

se deshace el nido.

¿Qué es eso que suena

muy lejos,

amor? El viento en las vidrieras,

¡amor mío!

NIDO

1919.

¿Qué es lo que guardo en estos

momentos de tristeza?

¡Ay, quién tala mis bosques

dorados y floridos!

¿Qué leo en el espejo

de plata conmovida

que la aurora me ofrece

sobre el agua del río?

¿Qué gran olmo de idea

se ha tronchado en mi bosque?

¿Qué lluvia de silencio

me deja estremecido?

Si a mi amor dejé muerto

en la ribera triste,

¿qué zarzales me ocultan

algo recién nacido?

OTRA CANCIÓN

1919. ( Otoño.)

¡El sueño se deshizo para siempre!

En la tarde lluviosa

mi corazón aprende

la tragedia otoñal

que los árboles llueven.

Y en la dulce tristeza

del paisaje que muere

mis voces se quebraron.

El sueño se deshizo para siempre.

¡Para siempre! ¡Dios mío!

Va cayendo la nieve

en el campo desierto

de mi vida,

y teme

la ilusión, que va lejos,

de helarse o de perderse.

¡Cómo me dice el agua

que el sueño se deshizo para siempre!

¿El sueño es infinito?

La niebla lo sostiene,

y la niebla es tan sólo

cansancio de la nieve.

Mi ritmo va contando

que el sueño se deshizo para siempre.

Y en la tarde brumosa

mi corazón aprende

la tragedia otoñal

que los árboles llueven.

EL MACHO CABRÍO

1919.

El rebaño de cabras ha pasado

junto al agua del río.

En la tarde de rosa y de zafiro,

llena de paz romántica,

yo miro

al gran macho cabrío.

¡Salve, demonio mudo!

Eres el más

intenso animal.

Místico eterno

del infierno

carnal

¡Cuántos encantos

tiene tu barba,

tu frente ancha,

rudo Don Juan!

¡Qué gran acento el de tu mirada

mefistofélica

y pasional!

Vas por los campos

con tu manada,

hecho un eunuco

¡siendo un sultán!.

Tu sed de sexo

nunca se apaga;

¡bien aprendiste

del padre Pan!

La cabra,

lenta te va siguiendo,

enamorada con humildad;

mas tus pasiones son insaciables;

Grecia vieja

te comprenderá.

¡Oh ser de hondas leyendas santas,

de ascetas flacos y Satanás

con piedras negras y cruces toscas,

con fieras mansas y cuevas hondas

donda te vieron entre la sombra

soplar la llama

de lo sexual!

¡Machos cornudos

de bravas barbas!

¡Resumen negro a lo medieval!

Nacisteis juntos con Filomnedes

entre la espuma casta del mar,

y vuestras bocas

la acariciaron

bajo el asombro del mundo astral.

Sois de los bosques llenos de rosas

donde la luz es huracán;

sois de los prados de Anacreonte,

llenos con sangre de lo inmortal.

¡Machos cabríos!

Sois metamorfosis

de viejos sátiros

perdidos ya.

Vais derramando lujuria virgen

como no tuvo otro animal.

¡Iluminados del Mediodía!

Pararse en firme

para escuchar

que desde el fondo de las campiñas

el gallo os dice:

¡Salud!, al pasar.

FIN DE

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