Las aventuras de Huckleberry Finn - Твен Марк - Страница 46
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Bueno, al cabo de un rato el rey se levanta, se adelanta un poco, coge fuerzas y empieza a soltar un discurso temblequeante, todo lleno de lagrimas y de bobadas, diciendo lo duro que les resulta a el y a su pobre hermano perder al muerto, y no haber logrado verlo vivo despues de un largo viaje de cuatro mil millas, pero es una prueba que se ve suavizada y santificada por esta gran solidaridad y por estas lagrimas sagradas, asi que les da las gracias de todo corazon, el suyo y el de su hermano, porque con la boca no pueden, porque las palabras son demasiado debiles y frias, y todo ese genero de bobadas y tonterias, hasta que resulta estomagante, y despues gimotea un piadoso amen, amen, Senor, y se deja ir y se pone otra vez a llorar como un loco.
Y en el momento en que solto aquello, alguien del grupo empezo a cantar el Gloria Patri, y todo el mundo se sumo con todas sus fuerzas, de forma que confortaba mucho y se sentia uno como en la iglesia. La musica es una cosa tan buena que despues de todas aquellas bobadas y mentiras, nunca he visto cosa que limpiara mas el ambiente y que sonara mas honrado y mas animado.
Despues el rey empezo a darle otra vez a la sin hueso diciendo que el y sus sobrinas celebrarian que algunos de los principales amigos de la familia cenaran con ellos alli esa noche y les ayudaran a velar los restos del difunto, y que si su pobre hermano alli yacente pudiera hablar el sabe quien diria, porque eran nombres que les resultaban muy queridos y que mencionaba a menudo en sus cartas, asi que los dira el mismo, o sea, los siguientes: el reverendo senor Hobson y el diacono Lot Hovey, y el senor Ben Rucker, y Abner Shackleford, y Levi Bell, y el doctor Robinson y sus esposas y la viuda Bartley.
El reverendo Hobson y el doctor Robinson estaban en el otro extremo del pueblo, cazando juntos; o sea, quiero decir que el medico estaba enviando a un enfermo al otro mundo y el predicador le estaba ensenando el camino mas recto para llegar. El abogado Bell estaba en Louisville por cuestion de trabajo. Pero los demas estaban todos alli, asi que vinieron a estrechar la mano del rey y le dijeron las gracias y hablaron con el, y despues estrecharon la mano al duque y no dijeron nada, sino que se quedaron sonriendo y asintiendo con la cabeza como un monton de idiotas mientras el hacia todo genero de signos con la mano y decia: «Guu—guuu—guu—guuu» todo el tiempo, como un bebe que no sabe hablar.
Asi que el rey siguio parloteando y se las arreglo para preguntar practicamente por toda la gente y hasta por los perros del pueblo; sabia como se llamaban todos, y menciono todo genero de cosas que habian pasado una vez u otra en el pueblo o que les habia ocurrido a la familia de George o a la de Peter. Y siempre sugeria que Peter se las habia dicho en sus cartas, pero era mentira; todo se lo habia sacado a aquel pobre idiota con el que fuimos en canoa hasta el barco de vapor.
Despues Mary Jane trajo la carta que habia dejado su padre y el rey la leyo en voz alta y se echo a llorar con ella. Dejaba la vivienda y tres mil dolares en oro a las muchachas, y la fabrica de curtidos (que era un buen negocio), junto con otras casas y tierras (por valor de unos siete mil) y tres mil dolares en oro a Harvey y William, y decia donde estaban escondidos en el sotano los seis mil dolares en monedas. Asi que los dos estafadores dijeron que iban a buscarlo para que todo quedase bien claro y me mandaron que fuese yo con una vela. Cerramos la puerta del sotano al entrar, y cuando se encontraron con la bolsa, la abrieron en el suelo y fue un espectaculo maravilloso ver tanto oro junto: ?Como le brillaban los ojos al rey! Le da una palmada en el hombro al duque y dice:
—?Esto si que vale la pena! ?Ay, si, claro que si! Bueno, Biljy, es mejor que el Sin Par, ?no?
El duque reconocio que si. Acariciaron las monedas y se las dejaron resbalar entre los dedos y resonar en el suelo, y el rey dice:
—No hay que darle vueltas; lo que nos conviene a ti y a mi, Aguassucias, es ser hermanos de un muerto rico y representantes de los unicos herederos extranjeros que quedan. Esto se lo debemos a la Providencia. A la larga, lo mejor es confiar en ella. Lo he probado todo, y no hay mejor solucion.
Casi cualquiera se hubiera quedado contento con aquel monton y se habria fiado de la cuenta, pero no, ellos tenian que contarlo. Asi que lo cuentan y resulta que faltan cuatrocientos quince dolares. Y va y dice el rey:
—Dita sea, ?que habra hecho con esos cuatrocientos quince dolares?
Se quedaron pensandolo un rato, buscandole una explicacion. Despues el duque dice:
—Bueno, estaba bastante enfermo y probablemente se equivoco… Calculo que eso fue lo que paso. Lo mejor es dejarlo y no decir nada. No nos hace falta.
—Ah, claro, si, no nos hace falta. A mi eso no me importa. En lo que estoy pensando es en la cuenta. En este caso tenemos que actuar con mucha claridad, ya sabes. Lo que necesitamos es llevar este dinero arriba y contarlo delante de todo el mundo para que no puedan sospechar nada. Pero cuando el muerto dice que hay seis mil dolares, ya sabes que no nos conviene…
—Un momento —dice el duque—. Podemos poner lo que falta —y empieza a sacar monedas de oro del bolsillo.
—Esa idea es de lo mas acertada, duque… Tienes la cabeza muy bien puesta —dice el rey—. Bendito sea el Sin Par que vuelve a ayudarnos —y empieza a sacarse monedas de oro del bolsillo y a amontonarlas.
Casi se quedan sin dinero, pero llegaron a los seis mil dolares exactos.
—Oye —dice el duque—, se me ocurre otra idea. Vamos arriba, contamos el dinero y despues se lo damos a las chicas.
—?Por Dios santo, duque, deja que te de un abrazo! Es la idea mas brillante del mundo. Desde luego, tienes la cabeza pero que muy bien puesta. Ahora que sospechen lo que quieran… Asi se convenceran.
Cuando subimos, todo el mundo se reunio en torno a la mesa y el rey lo conto y lo amontono, a trescientos dolares por monton: veinte montoncitos muy elegantes. Todo el mundo los miro con envidia, relamiendose los labios. Despues volvieron a meterlo todo en la bolsa y vi que el rey empezaba a inflarse para lanzar otro discurso. Va y dice:
—Amigos todos, mi pobre hermano que ahi yace ha sido generoso con los que quedamos detras en este valle de lagrimas. Ha sido generoso con estas corderitas que ha amado y protegido y que ahora quedan sin padre ni madre. Si, y los que lo conociamos sabemos que el habria sido mas generoso con ellas de no haber temido herirnos a su querido William y a mi. ?No es verdad? A mi no me cabe duda. Bueno, entonces, ?que clase de hermanos serian los que se opusieran a su voluntad en un momento asi? ?Y que clase de tios serian los que robarian, si, robarian, a unas pobres corderitas como estas, que el tanto amaba, en un momento asi? Si conozco a William, y creo que si … el … bueno, voy a preguntarselo.
Y se da la vuelta y empieza a hacerle un monton de senales al duque con las manos y el duque lo contempla con gesto estupido e inexpresivo un rato, y luego de repente parece comprender lo que dice y salta encima del rey, diciendo «guu—guuu» de alegria con todas sus fuerzas y le da unos quince abrazos antes de soltarlo. Despues, el rey va y dice:
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