Las aventuras de Huckleberry Finn - Твен Марк - Страница 44
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El tal duque era de lo mas listo, y pronto se le ocurrio una idea. Vistio a Jim con el disfraz del rey Lear: una bata larga de calico de cortina y una peluca blanca de crin de caballo, con sus barbas, y despues saco el maquillaje del teatro y le pinto la cara y las manos, las orejas y el cuello todo de un azul apagado y continuo, como un hombre que llevara ahogado nueve dias. Que me cuelguen si no era la vision mas horrible que se pueda uno imaginar. Despues el duque escribio en una pizarra un letrero que decia:
ARABE ENFERMO;
INOFENSIVO CUANDO NO SE VUELVE LOCO.
Y clavo el letrero en un poste y puso el poste a cuatro o cinco pies por delante del wigwam. Jim se quedo muy contento. Dijo que era mucho mejor que estarse atado anos y anos todos los dias y echarse a temblar cada vez que oia algo. El duque le dijo que hiciera lo que le apeteciese y que si alguien venia a meter las narices, saliera saltando del wigwam y armase un poco de jaleo y pegase un aullido o dos como si fuera un animal salvaje, y calculaba que se irian y lo dejarian en paz. Lo cual era una idea bastante buena; pero la verdad es que un hombre normal no esperaria a que se pusiera a aullar. ?Pero si no solo parecia que se hubiera muerto, sino algo mucho peor todavia!
Aquellos sinverguenzas querian volver a probar con el Sin Par porque dejaba mucho dinero, pero calcularon que no convenia, porque quiza se hubiera corrido ya la noticia. No se les ocurria ningun proyecto que resultara perfecto, asi que al final el duque dijo que lo dejaba y que iba a pensarlo una hora o dos y ver si podia organizar algo en el pueblo de Arkansaw, y el rey dijo que el iria al otro pueblo sin ningun plan, pero confiaria en la Providencia para que le diese alguna idea lucrativa, o sea, que calculo que se referia al teatro. Todos habiamos comprado ropa en la tienda de la ultima parada, y ahora el rey se puso la suya y me dijo a mi que me pusiera la mia. Naturalmente lo hice. La ropa del rey era toda negra y tenia un aire muy elegante y almidonado. Hasta entonces nunca habia comprendido yo como podia la ropa cambiar a la gente. Antes tenia el aire de ser el viejo sinverguenza que era en realidad, pero ahora, cuando se quitaba su sombrero nuevo de castor y hacia una reverencia y sonreia, parecia tan elegante y tan piadoso que diria uno que acababa de salir del arca de Noe y que podia haber escrito el Levitico en persona. Jim limpio la canoa y me preparo el remo. En la costa habia atracado un barco de vapor mas alla del cabo, unas tres millas arriba del pueblo, que llevaba alli un par de horas, cargando material. Y el rey va y dice:
—Ya que voy vestido asi, calculo que mas vale llegar a Saint Louis o Cincinatti, o alguna otra gran ciudad. Vamos hacia el barco de vapor, Huckleberry; llegaremos al pueblo en el.
No hacia falta que me ordenasen dos veces dar un paseo en barco de vapor. Llegue a la ribera media milla mas arriba del pueblo y despues bajamos deslizandonos junto al acantilado, en el agua tranquila. En seguida nos encontramos con un joven campesino de aire inocente sentado en un tronco y quitandose el sudor de la cara, pues hacia mucho calor, con un par de maletones de tela en el suelo.
—Vamos a atracar —dijo el rey. Obedeci—. ?A donde va usted, joven?
—Al barco de vapor; tengo que ir a Orleans.
—Suba abordo —dijo el rey—. Un momento, mi criado le ayudara con las maletas. Salta a tierra y echale una mano al caballero, Adolfus —y vi que ese era yo.
Obedeci, y los tres volvimos a ponernos en marcha. El muchacho estaba muy agradecido; dijo que el andar con equipaje con aquel tiempo resultaba muy cansado. Pregunto al rey donde iba el y el rey le dijo que habia bajado por el rio y desembarcado en el otro pueblo aquella manana, y que ahora iba a recorrer unas millas para ver a un viejo amigo en una finca que habia alli. El muchacho dijo:
—Cuando lo vi a usted me dije: «Seguro que es el senor Wilks que llega justo a tiempo». Pero luego me volvi a decir: «No, calculo que no, pues no estaria remando rio arriba». ?No es usted, verdad?
—No, yo me llamo Blodgett; Elexander Blodgett; reverendo Elexander Blodgett, supongo que deberia decir, dado que soy uno de los pobres famulos del Senor. Pero tambien puedo lamentar que el senor Wilks no haya llegado a tiempo, si es que eso le causa algun perjuicio, aunque espero que no.
—Bueno, no es que vaya a perder sus bienes, porque esos le corresponden de todas formas, pero no podra ver morir a su hermano Peter, cosa que a el quiza no le importe, nadie puede saberlo, pero su hermano habria dado cualquier cosa por verlo a el antes de morir; en estas tres semanas no ha hablado de otra cosa; no lo ve desde que eran ninos y a su hermano William no lo ha visto en su vida, es decir, ese es el sordomudo, William, que no tiene mas que treinta o treinta y cinco anos. Peter y George fueron los unicos que vinieron aqui; George era el casado; el y su mujer murieron el ano pasado. Ahora solo quedan Harvey y William y, como le decia, no van a llegar a tiempo.
—?Les ha avisado alguien?
—Ah, si; hace uno o dos meses, cuando se puso enfermo Peter, porque Peter dijo entonces que le parecia como que esta vez no se iba a poner bueno. Ya ve usted, era muy viejo y las chicas de George eran demasiado jovenes para hacerle mucha compania, salvo Mary Jane, la pelirroja; asi que se sentia muy solo cuando se murieron George y su mujer, y no parecia tener muchas ganas de vivir. Estaba desesperado por ver a Harvey, y de hecho tambien a William, porque era de esos que no soportan hacer testamento. Dejo una carta para Harvey y dijo que en ella le contaba donde estaba escondido el dinero y como queria que se dividiese el resto de la propiedad para que las chicas de George quedaran bien, porque George no habia dejado nada. Y aquella carta fue lo unico que lograron que escribiese.
—?Por que cree usted que no ha venido Harvey? ?Donde vive?
—Ah, vive en Inglaterra, en Sheffield; es predicador y no ha vuelto nunca a este pais. No ha tenido demasiado tiempo, y ademas, ya sabe, a lo mejor ni siquiera le ha llegado la carta.
—Una pena, una pena que no pudiera vivir para ver a sus hermanos, pobrecillo. ?Y dice usted que va a Orleans?
—Si, pero eso no es mas que el principio. El miercoles que viene tomo un barco para Rio Janero, donde vive mi tio.
—Es un viaje bastante largo. Pero sera muy bonito; ojala pudiera ir yo. ?Es Mary Jane la mayor? ?Que edad tienen las otras?
—Mary Jane, diecinueve anos; Susan, quince, y Joanna unos catorce… esa es la que se dedica a las buenas obras y tiene un labio leporino.
—?Pobrecitas! Quedarse asi solas en este frio mundo…
—Bueno, peor podrian estar. El viejo Peter tenia amigos, y no van a permitir que les pase nada. Estan Hobson, el predicador baptista, y el diacono Lot Hovey, y Ben Rucker y Abner Shackleford y Levi Bell, el abogado, y el doctor Robinson y sus mujeres, y la viuda Bartley y… bueno, montones; pero esos eran los mas amigos de Peter y de los que hablaba a veces cuando escribia a casa. Asi que Harvey sabra donde buscar amigos cuando llegue.
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