Las aventuras de Huckleberry Finn - Твен Марк - Страница 29
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Cuando la chica vivia habia ido haciendo un libro de recortes en el que pegaba las noticias necrologicas y los accidentes y los casos de sufrimientos pacientes que habian ido saliendo en el Observador presbiteriano, con poesias que le habian inspirado y que ella escribia con su propia imaginacion. Eran unas poesias muy buenas. Esta es la que escribio sobre un chico que se llamaba Stephen Dowling Bots, que se cayo a un pozo y se ahogo:
ODA A STEPHEN DOWLING BOTS, DIFUNTO
?Fue Stephen y enfermo?
?De eso Stephen se murio?
?Padecio su corazon?
?La gente se entristecio?
No; no fue ese el destino
de Stephen Dowling Bots;
aunque su triste muerte a muchos nos afligio,
no fue la enfermedad la que se lo llevo.
No fue la tos ferina la que nos lo arrebato,
tampoco fue el culpable el horrible sarampion;
ninguno de ellos doblego
a Stephen Dowling Bots.
Tampoco fue la pena de un no compartido amor
la que arrugara su frente de rabia y de dolor;
no fueron las angustias de la mala digestion
las que acabaron por siempre con Stephen Dowling Bots.
?Ay, no! Escuchad atentos, tan llorosos como yo,
el horrible destino que aquel pobre sufrio.
Como su alma el mundo frio y triste abandono
porque nuestro muchacho a hondo pozo se cayo.
En seguida acudieron a vaciarle el pulmon,
mas era ya muy tarde, ay, para el pobre corazon;
su alma se elevaba en tres nubes de algodon
adonde se celebra la celestial Reunion.
Si Emmeline Grangerford era capaz de escribir poesias asi antes de cumplir los catorce anos, Dios sabe lo que podria haber hecho con el tiempo. Buck decia que le salia la poesia con toda la facilidad. Ni siquiera tenia que pararse a pensar. Decia que escribia una linea y si no encontraba nada que rimase la tachaba y escribia otra y seguia adelante. No era nada exigente; podia escribir de cualquier cosa que le diera uno como tema, con tal de que fuera triste. Cada vez que se moria un hombre, o una mujer, o un nino, alli estaba ella con su «homenaje» antes de que se hubiera enfriado el cadaver. Los llamaba homenajes. Los vecinos decian que primero llegaba el medico, despues Emmeline y despues el de la funeraria; el de la funeraria nunca se le adelanto a Emmeline mas que una vez, y fue porque ella no encontro forma de rimar con el nombre de alguien que se llamaba Whistler. A partir de entonces nunca volvio a ser la misma; nunca se quejo, pero empezo a ponerse melancolica y ya no vivio mucho tiempo. Pobrecita; yo subia muchas veces al cuartito que habia sido el suyo y sacaba su pobre cuaderno de recortes y lo iba leyendo cuando sus cuadros me habian irritado y me sentia un poco enfadado con ella. Me gustaba toda aquella familia, los muertos y todo, y no iba a dejar que nada se interpusiera entre nosotros. La pobre Emmeline escribia poesias de todos los muertos cuando ella estaba viva y no me parecia bien que no hubiese nadie que le escribiese una ahora que se habia muerto ella; asi que trate de escribirle una o dos, pero no se por que no me salian. Siempre tenian el cuarto de Emmeline ordenado y limpio, con todas las cosas exactamente como le gustaban a ella cuando estaba viva, y alli nunca dormia nadie. La senora vieja se encargaba ella misma del cuarto, aunque habia muchos negros, y se pasaba muchos ratos cosiendo y leyendo la Biblia, sobre todo.
Bueno, como iba diciendo del salon, en las ventanas habia unas cortinas muy bonitas: blancas, con pinturas de castillos con hiedras por todas las murallas y ganado que iba a beber. Tambien habia un piano pequeno y viejo que sonaba como una carraca, y pasabamos unos ratos estupendos cuando las senoras jovenes cantaban «El ultimo vinculo se ha roto» y tocaban en el «La batalla de Praga». Todas las habitaciones tenian las paredes enyesadas y casi todas tenian alfombras, y toda la casa estaba encalada por fuera.
Era una casa doble, y el gran espacio abierto entre las dos partes tenia techo y estaba ensolado; a veces ponian alli la mesa al mediodia y era un sitio fresco y agradable. Era lo mejor del mundo. ?Y encima guisaban muy bien y habia montones de todo!
Capitulo 18
El coronel Grangerford era un caballero, ?comprendeis? Era un caballero en todo, y lo mismo pasaba con su familia. Era de buena cuna, como dicen, y eso vale tanto en un hombre como en un caballo, como decia la viuda Douglas, y nadie ha negado que ella era de la primera aristocracia de nuestro pueblo, y padre siempre lo decia, tambien, aunque lo que es el no era de mejor familia que un gato callejero. El coronel Grangerford era muy alto y delgado y tenia la piel de un color moreno palido, sin una sola mancha roja; todas las mananas se afeitaba la cara entera, que tenia muy delgada, igual que los labios y las ventanillas de la nariz; tenia la nariz muy alta y unas cejas pobladas y ojos negrisimos, tan hundidos que parecia, como si dijeramos, que le miraba a uno desde el fondo de una caverna. Tenia la frente despejada y el pelo canoso y liso, que le llegaba hasta los hombros. Tenia las manos largas y delgadas, y todos los dias se ponia una camisa limpia y un terno entero de lino tan blanco que dolian los ojos al mirarlo, y los domingos, una levita azul con botones de cobre. Llevaba un baston de caoba con pomo de plata. No era nada frivolo, ni un pelo, y nunca gritaba. Era de lo mas amable y se notaba, de forma que se fiaba uno de el. A veces sonreia y daba gusto verlo, pero cuando se ponia tieso como un mastil de bandera y empezaba a echar relampagos por los ojos, primero pensaba uno en subirse a un arbol y despues en enterarse de lo que pasaba. Nunca tenia que decirle a nadie que tuviera buenos modales: donde estaba el, todo el mundo siempre se comportaba bien. Y a todos les encantaba tenerlo cerca; casi siempre era como un rayo de sol: quiero decir, que con el parecia que hacia buen tiempo. Cuando se convertia en un nubarron, se oscurecia medio minuto y con eso bastaba; en una semana nadie volveria a hacer nada mal.
Cuando el y la senora anciana bajaban por la manana, toda la familia se levantaba de las sillas para darles los buenos dias y no volvia a sentarse hasta que sentaban ellos. Despues Tom y Bob iban al aparador donde estaba el frasco de cristal y servian una copa de licor de hierbas y se lo daban, y el se quedaba con la copa en la mano, esperando hasta que Tom y Bob se servian la suya, y ellos hacian una reverencia y decian: «A la salud de ustedes, senor y senora», y ellos se inclinaban tambien una chispa y daban las gracias y bebian los tres, y Tom y Bob echaban una cucharada de agua en el azucar y el poco de whisky o de licor de manzana que quedaba en el fondo de sus copas y nos lo daban a mi y a Buck, y nosotros tambien bebiamos a la salud de los mayores.
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