Las aventuras de Huckleberry Finn - Твен Марк - Страница 23
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Pense que no valia la pena remar; sabia que a las primeras de cambio iba a encallar en la orilla o en una barra de arena o algo asi; me quede inmovil dejando que la canoa bajase a la deriva, pero se pone uno muy nervioso cuando no tiene nada que hacer con las manos en un momento asi. Pegue un grito y escuche. A lo lejos, no se donde, oi otro grito apagado y me anime algo. Fui alla a toda velocidad, escuchando atento por si lo volvia a oir. La siguiente vez que lo oi, vi que no me dirigia hacia el, sino hacia su derecha, y a la proxima hacia su izquierda, y tampoco avanzaba mucho, porque yo iba dando vueltas de aca para alla, mientras que aquella voz bajaba recta todo el tiempo.
Lo que yo queria era que al muy tonto se le ocurriera empezar a dar golpes seguidos en una sarten, pero no se le ocurrio, o a lo mejor si, y lo que me preocupaba eran los silencios entre los gritos. Bueno, segui adelante y en seguida oi el grito detras de mi. Ahora si que estaba yo hecho un lio. O habia otra persona gritando o yo habia dado la vuelta del todo.
Deje el remo. Volvi a oir el grito; seguia por detras de mi, pero en un sitio distinto; sonaba una vez tras otra y siempre cambiaba de lugar, y yo seguia respondiendo, hasta que por fin volvio a quedar por delante de mi, y comprendi que la corriente le habia dado la vuelta a la canoa al avanzar aguas abajo y que yo iba bien si es que era Jim y no otro balsero que pegaba gritos. Yo no entendia nada de las voces en la niebla, porque en una niebla no hay nada que parezca ni suene natural.
Siguieron los gritos y al cabo de un minuto o asi me encontre bajando a toda velocidad frente a una orilla empinada y llena de fantasmas borrosos de grandes arboles, y la corriente me lanzo hacia la izquierda y siguio adelante, arrastrando un monton de troncos que bajaban atronando, por la velocidad a que los rompia la corriente. Al cabo de uno o dos segundos no se veia mas que una masa blanca, y todo habia quedado en silencio. Entonces me quede sentado, totalmente inmovil, escuchando los latidos de mi corazon, y creo que no respire ni una sola vez en cien latidos.
Entonces renuncie. Sabia lo que pasaba. Aquella orilla empinada era una isla, y Jim habia pasado al otro lado de ella. No era como una barra de arena que se podria tardar diez minutos en pasar. Tenia arboles grandes como una isla normal; podria medir cinco o seis millas de largo y mas de media de ancho.
Me quede en silencio, con el oido atento, unos quince minutos, calculo. Naturalmente, seguia flotando rio abajo a cuatro o cinco millas por hora, pero en eso nunca piensa uno. No, uno se cree que esta totalmente quieto en el agua, y si pasan unos palos al lado no se piensa en lo rapido que va, sino que pega un respiro y dice: «?Vaya! que rapido van esos palos». Si alguien se cree que estar solo de noche en medio de una niebla asi no resulta de lo mas triste y terrible, que lo pruebe una sola vez y se enterara.
Despues, durante media hora mas o menos, segui gritando de vez en cuando, hasta que por fin oi una respuesta muy lejos, y trate de seguirla, pero no lo logre, e inmediatamente pense que me habia metido en medio de un laberinto de barras de arena, porque las veia borrosas a los dos lados: a veces con solo un canal estrecho en medio, y otras que no veia pero sabia que estaban alli porque oia la corriente chocar con viejos troncos secos y con basura que habia en las orillas. Bueno, no tarde mucho en dejar de oir los gritos entre las barras de arena y solo trate de seguirlas un ratito, en todo caso, porque aquello era peor que perseguir un fuego fatuo. En mi vida habia oido un ruido tan dificil de seguir ni que cambiara de sitio tantas veces y a tal rapidez.
Cuatro o cinco veces tuve que apartarme a golpes de la orilla para no darme un topetazo con ellas, asi que calcule que la balsa debia de estar chocando con la orilla de vez en cuando, porque si no, seguiria avanzando y ya no se la podria oir; era que flotaba un poco mas rapido que yo.
Bueno, al cabo de un rato parecia que estaba otra vez en rio abierto, pero no se oia ni un grito en ninguna parte. Calcule que a lo mejor Jim se habia enganchado con un tronco y que para el habia terminado todo. Yo estaba cansadisimo, asi que me tire en el fondo de la canoa y dije que no me iba a molestar mas. Claro que no queria dormirme, pero tenia tanto sueno que no podia evitarlo, asi que pense que no me echaria mas que una siestecita.
Pero calculo que fue mas que una siesta, porque cuando me desperte las estrellas brillaban mucho, la niebla habia desaparecido y yo bajaba dando vueltas por una gran curva del rio con la popa por delante. Al principio no sabia donde me encontraba. Crei que estaba sonando, y cuando empeze a recordar las cosas parecia que todo hubiera ocurrido hacia una semana.
Alli el rio era monstruosamente grande, con arboles altisimos y muy apretados en las dos orillas; como una muralla solida, hasta donde se podia ver a la luz de las estrellas. Mire rio abajo y vi una mancha negra en el agua. Fui hacia ella, pero cuando llegue no era mas que un par de troncos atados. Despues vi otra mancha y la persegui; despues otra, y aquella vez acerte: era la balsa.
Cuando llegue, Jim estaba sentado con la cabeza entre las rodillas, dormido, con el brazo derecho colgando sobre el remo de gobernar. El remo se habia roto y la balsa estaba llena de hojas, ramas y tierra. Asi que lo habia pasado mal.
Amarre y me tumbe en la balsa justo al lado de Jim, y empece a bostezar y a estirar los brazos junto a el, y voy y digo:
—Hola, Jim, ?me he dormido? ?Por que no me has despertado?
—Dios mio santo, ?eres tu, Huck? Y no has muerto, no te has ahogado, ?has vuelto? Es demasiado bonito para ser verdad, mi nino, es demasiado bonito para ser verdad. Dejame que te mire, nino, dejame que te toque. No, no, ?no has muerto! Has vuelto otra vez, sano y salvo, el mismo Huck de siempre… ?el mismo Huck de siempre, gracias a Dios!
—?Que pasa, Jim? ?Has bebido?
—?Bebido? ?Que si he bebido? ?He tenido ni un momento para beber?
—Bueno, entonces, ?por que dices cosas tan raras?
—?Que cosas raras digo?
—?Cuales? Pero si no haces mas que hablar de que he vuelto y todo eso, como si me hubiera ido…
—Huck… Huck Finn, mirame a los ojos, mirame a los ojos. ?No te has ido?
—?Ido yo? Pero, ?de que diablos hablas? Yo no me he ido a ninguna parte, ?adonde iba a ir?
—Bueno, mira, jefe, aqui pasa algo. ?Yo soy yo, o quien soy yo? ?Estoy yo aqui, o quien es el que esta aqui? Eso es lo que quiero saber.
—Bueno, creo que estas aqui, sin duda, pero creo que eres un viejo chiflado.
—Ah, ?conque si? Bueno, contestame a esto: ?no sacaste el cabo de la canoa para amarrarlo a la barra de arena? —No. ?Que barra de arena? No he visto ninguna barra de arena.
—?Que no has visto ninguna barra de arena? Mira, ?no se solto el cable de la balsa y bajo zumbando por el rio y te dejo en la canoa detras, en la niebla?
—?Que niebla?
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