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Las aventuras de Huckleberry Finn - Твен Марк - Страница 17


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—Sigue atenta a las ratas. Mas vale que tengas la barra a mano, en el regazo.

Asi que me echo el trozo de plomo al regazo justo en aquel momento y yo aprete las piernas para acogerlo y ella siguio hablando. Pero solo un minuto o asi. Despues me quito la madeja y me miro a los ojos y me dijo muy amable:

—Vamos, ahora dime como te llamas de verdad.

—?Cooo? ?Como, senora?

—?Como te llamas de verdad? ?Bill o Tom, o Bob? ?Como te llamas?

Creo que me puse a temblar como una hoja, sin saber que hacer. Pero dije:

—Por favor, no se ria de una pobre chica como yo, senora. Si le molesto, me…

—No, nada de eso. Sientate y quedate donde estas. No voy a hacerte nada ni voy a delatarte. Me cuentas tu secreto y confias en mi. Yo te lo guardo, y lo que es mas, te ayudo. Mi hombre, lo mismo, si tu quieres. Ya entiendo que eres un aprendiz y te has escapado y nada mas. No es nada. No tiene nada de malo. Te han tratado mal y has decidido escaparte. Hijo mio, yo no te delataria. Ahora cuentamelo todo, se buen chico.

Asi que dije que no servia de nada seguir fingiendo y que me dejaria de mentiras y se lo contaria todo, pero que tenia que cumplir su promesa. Despues le dije que mi padre y mi madre habian muerto y que la ley me habia asignado a un campesino viejo y mezquino que vivia por lo menos a treinta millas del rio y que me trataba tan mal que no lo pude seguir aguantando; se habia ido un par de dias y yo aproveche la oportunidad para robar un vestido viejo de su hija y largarme, y habia tardado tres noches en recorrer las treinta millas. Viajaba de noche y me escondia a dormir de dia, y la bolsa de pan y de carne que me habia llevado me habia durado todo el camino, y todavia me quedaba. Dije que creia que mi tio Abner Moore se haria cargo de mi y que por eso habia venido a este pueblo de Goshen.

—?Goshen, chico? Esto no es Goshen. Esto es Saint Petersburg. Goshen esta diez millas rio arriba. ?Quien te dijo que esto era Goshen?

—Bueno, un hombre con el que me encontre al amanecer esta manana, justo cuando iba a meterme en el bosque para dormir, como siempre. Me dijo que los caminos se dividian y que debia seguir el de la derecha y al cabo de cinco millas estaria en Goshen.

—Debia de estar borracho. Te dijo exactamente lo contrario de lo que es.

—Bueno, si que parecia que estuviera borracho, pero ya no importa. Tengo que seguir. Llegare a Goshen antes de que amanezca.

—Espera un momento. Voy a darte algo de comer. A lo mejor te hace falta.

Asi que me preparo algo de comer y dijo:

—Oye, cuando una vaca se echa, ?por que parte se levanta? Responde rapido, vamos; no te pares a pensarlo. ?Por que lado se levanta?

—Por el de atras, senora.

—Bueno, ?y un caballo?

—Por el de delante, senora.

—?De que lado de un arbol crece el musgo?

—Del norte.

—Si hay quince vacas pastando en una cuesta, ?cuantas de ellas comen con las cabezas mirando en la misma direccion?

—Las quince, senora.

—Bueno, supongo que es cierto que has vivido en el campo. Crei que a lo mejor pensabas enganarme otra vez. ?Y como te llamas de verdad?

—George Peters, senora.

—Bueno, George, trata de recordarlo. No te vayas a olvidar y a decirme que es Elexander antes de irte y luego quieras arreglarlo diciendo que es George Elexander cuando te pesque. Y no te acerques a mujeres con ese vestido viejo. Haces bastante mal de chica, pero quiza puedas enganar a los hombres. Y recuerda, hijo, que cuando te pongas a enhebrar una aguja no tienes que sostener el hilo quieto y llevar la aguja hacia el: ten quieta la aguja y pasa el hilo por ella; asi es como lo hacen practicamente todas las mujeres, pero los hombres siempre lo hacen al reves. Y cuando le tires algo a una rata o algo asi, recuerda que te tienes que poner de puntillas y levantar la mano por encima de la cabeza lo mas torpe que puedas y fallarle a la rata por seis o siete pies. Tira con el brazo tieso a partir del hombro, como si tuvieras un eje, como las chicas, y no con la muneca y el codo con el brazo a un lado, como hacen los chicos. Y recuerda que cuando una chica trata de recoger algo en el regazo separa las rodillas, no las junta como hiciste tu cuando te tire la barra de plomo. Pero hombre, si me di cuenta de que eras un chico en cuanto te pusiste a enhebrar la aguja, y las demas cosas las hice para estar segura. Ahora, vete corriendo con tu tio, Sarah Mary Williams George Elexander Peters, y si te metes en algun lio manda un recado a la senora Judith Loftus, que soy yo, y hare lo que pueda por sacarte de el. Sigue siempre por el camino del rio, y la proxima vez que te eches a andar lleva zapatos y calcetines. La carretera del rio tiene muchas piedras y calculo que vas a tener los pies hechos polvo cuando llegues a Goshen.

Fui por la ribera unas cincuenta yardas y deshice el camino para volver donde estaba mi canoa, bastante lejos por debajo de la casa. Me meti de un salto y sali corriendo. Fui rio arriba lo bastante lejos para llegar a la punta de la isla, y despues empece a cruzar. Me quite el bonete, porque no queria ir como con orejeras. Cuando estaba hacia la mitad del camino oi que el reloj empezaba a dar las horas, asi que me pare a escuchar; el ruido se oia debil por encima del agua, pero con claridad: las once. Cuando llegue a la punta de la isla no me pare a descansar, aunque estaba sin aliento, sino que me meti directamente donde estaba mi antiguo campamento y encendi una buena hoguera, en un sitio alto y seco.

Despues salte a la canoa y fui a nuestro sitio, una milla y media mas abajo, todo lo rapido que pude. Desembarque y avance entre los arboles hasta el cerro y llegue a la cueva. Alli estaba Jim, dormido como un tronco en el suelo. Lo desperte y le dije:

—?Levantate y preparate, Jim! No hay ni un minuto que perder. ?Nos estan buscando!

Jim no hizo ninguna pregunta ni dijo una palabra; pero por la forma en que trabajo la media hora siguiente se veia que estaba asustadisimo. Para entonces teniamos en la balsa todo lo que poseiamos en el mundo y estabamos listos para sacarla de entre los sauces donde estaba escondida. Lo primero que hicimos fue apagar la hoguera de la cueva, y despues ya no encendimos ni una vela.

Aparte la canoa de la orilla un poco y me puse a mirar; pero si por alli habia un bote no podia verlo, porque las estrellas y las sombras no valen para ver mucho. Luego sacamos la balsa y bajamos entre las sombras, hasta el pie de la isla en total silencio, sin decir ni una palabra.

Capitulo 12

Debia de ser casi la una cuando por fin pasamos el final de la isla y la balsa parecia avanzar muy lenta. Si se acercaba un bote, el plan era meternos en la canoa y avanzar hacia la orilla de Illinois, y menos mal que no llego ninguno, porque no se nos habia ocurrido poner la escopeta en la canoa, ni un sedal para pescar, ni nada que comer. Teniamos demasiada prisa para pensar en tantas cosas. No habia sido muy inteligente ponerlo todo en la balsa.

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