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Destinos Truncados - Стругацкие Аркадий и Борис - Страница 26


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—Mal. No puedo trabajar cuando esta nublado, quiero beber constantemente.

—?Que escandalo fue ese que le armo al jefe de policia? —pregunto Pavor.

—Ah, una tonteria. Buscaba justicia.

—?Que ocurrio?

—El cerdo del burgomaestre andaba cazando mohosos con trampas para osos. Uno cayo y se lesiono la pierna. Cogi la trampa, fui a la policia y exigi una investigacion.

—?Y que mas?

—En esta ciudad hay leyes extranas. Como la victima no denuncio nada, se considera que no hubo delito sino solo un accidente, del que solamente la victima tiene la culpa. Le dije al jefe de policia que tomaba nota de aquello, y el me dijo que lo estaba amenazando, y ahi termino la conversacion.

—?Y donde ocurrio todo eso?

—Cerca del sanatorio.

—?Cerca del sanatorio? ?Que andaba buscando el mohoso cerca del sanatorio?

—Creo que eso no le incumbe a nadie —intervino Diana con brusquedad.

—Por supuesto —Pavor asintio—. Simplemente, me sorprendio... —Fruncio el ceno, cerro los ojos y estornudo ruidosamente—. Diablos. Pido perdon.

Metio la mano en el bolsillo y saco de alli un gran panuelo. Algo cayo al piso con un golpe seco. Viktor se inclino. Era un puno americano. Viktor lo recogio y se lo tendio a Pavor.

—?Para que lleva eso? —pregunto.

Pavor, con el rostro cubierto a medias por el panuelo, miro el puno americano con ojos enrojecidos.

—Por su culpa —dijo, a media voz, y se sono la nariz—. Fue usted quien me asusto con sus relatos... Ademas, dicen que por aqui actua una banda local. No se si son bandidos o gamberros. Y a mi no me gusta que me peguen.

—?Le pegan con frecuencia? —inquirio Diana.

Viktor la miro. Ella se habia acomodado en el butacon, con las piernas cruzadas, y fumaba con los ojos entrecerrados.

«Pobre Pavor —penso Viktor—. Ahora te daran tu merecido...» Extendio la mano y cubrio las rodillas de Diana con la falda.

—?A mi? —repuso Pavor—. ?Tengo el aspecto de alguien a quien le pegan con frecuencia? Eso habria que arreglarlo. ?Camarero, otro conac doble!... Pues, un dia despues, fui a un taller de mecanica y alli me hicieron esto en dos segundos. —Miro el puno americano con aire satisfecho—. Es bueno, hasta a Golem le gusto.

—?No le permitieron entrar finalmente a la leproseria? —pregunto Viktor.

—No. No me dejaron entrar, y seguramente no lo haran. Estoy convencido de ello. He enviado quejas a tres departamentos y ahora estoy escribiendo un informe. El precio de los calzones que la leproseria ha recibido este ano. En dos categorias, para hombre y para mujer. Es muy divertido.

—Informe de que no tienen suficientes medicamentos —aconsejo Viktor.

Pavor, asombrado, levanto las cejas.

—Deje de escribir, mejor tomese un vaso de vino caliente y metase en la cama —dijo Diana, sin conviccion.

—Lo he pescado al vuelo —dijo Pavor, suspirando—. Entonces, me marcho... ?Sabe cual es mi habitacion? —le pregunto a Viktor—. Podria pasar alguna vez a visitarme.

—La doscientos veintitres. Pasare sin falta.

—Hasta la vista —se despidio Pavor—. Que pasen una buena velada.

Lo miraron acercarse al mostrador, coger una botella de vino tinto y dirigirse a la salida.

—Tienes una lengua muy larga —dijo Diana.

—Si. Es verdad. Comprendelo, no se por que me cae bien.

—Pero a mi, no.

—Y al doctor R. Kvadriga tampoco. Quisiera saber por que.

—Tiene jeta de canalla. La bestia rubia. Conozco bien a esos. Hombres autenticos. Sin honor, sin conciencia, senores de los tontos.

—Vaya —se asombro Viktor—, y yo pensaba que esos hombres deberian gustarte.

—Ahora no hay hombres —replico Diana—. Ahora solo hay fascistas o mujerzuelas.

—?Y yo? —pregunto Viktor con interes.

—?Tu? Te gustan demasiado los pulpos marinados. Y al mismo tiempo, la justicia.

—Correcto, yo opino que eso esta bien.

—No esta mal. Pero si tuvieras que escoger, optarias por los pulpos, eso es lo que esta mal. Tienes suerte de tener talento.

—?Por que estas hoy tan rabiosa?

—En general, soy asi. Tu tienes talento, yo tengo rabia. Si te quitan el talento y a mi la rabia, queda solamente una pareja de ceros que copulan.

—Pero no todos los ceros son iguales —preciso Viktor—. De ti saldria un precioso cero, esbelto, con un cuerpo maravilloso. Ademas, si te quitan la rabia, serias bondadosa, cosa que en general no es mala...

—Si me quitan la rabia, me convierto en una medusa. Para que me vuelva bondadosa, hay que sustituir la rabia por la bondad.

—Que divertido. Por lo general, a las mujeres no les gusta razonar. Pero cuando se ponen a ello, son asombrosamente categoricas. Tu misma, ?de donde has sacado que solamente tienes rabia y ninguna bondad? Eso nunca es asi. Tambien hay bondad en ti, pero no se percibe a causa de la rabia. En cada persona hay un poquito de todo, y la vida hace que solo una cosa salga a la superficie...

Un grupo de jovenes entro al salon, que enseguida se lleno de ruido. Se comportaban con soltura: se metieron con el camarero, lo mandaron a buscar cerveza, ellos mismos se acomodaron en una mesa, en el rincon mas alejado, y se pusieron a conversar en voz alta, a reirse a todo pulmon. Un fortachon grandote, de mejillas sonrosadas, chasqueaba los dedos mientras se dirigia, bailando, al mostrador. Teddy le sirvio algo, el tipo tomo la copa con dos dedos, levantando el menique, se volvio de espaldas al mostrador, se apoyo en el con los codos, cruzo las piernas y, con aire de vencedor, examino el salon casi vacio.

—?Hola, Diana! ?Como va la vida? —grito.

Diana le sonrio con indiferencia.

—?Quien es ese personaje? —pregunto Viktor.

—Un tal Flamin Yuventa. Sobrino del jefe de policia.

—Lo he visto antes en alguna parte.

—Al diablo con el —repuso Diana con impaciencia—. Todas las personas son medusas y no hay ninguna mezcla dentro de ellas. De vez en cuando aparecen personas autenticas, que tienen algo suyo: bondad, talento, rabia... quitales eso y no quedara nada, se convertiran en medusas, como todos. Creo que has imaginado que me gustas por tu pasion hacia el pulpo y la justicia, ?no? ?Tonterias! Tienes talento, has escrito libros, eres famoso, pero por lo restante, eres igual de remolon que los demas.

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